La neurocientífica española, Ana Ibáñez, tiene muy claro que la ansiedad está presente en todos nosotros, lo que no significa que no podamos aprender a controlarla tanto los adultos, como los adolescentes e incluso los niños.

 

Lo primero que tenemos que distinguir, tal y como lo explica Ana Ibáñez en sus charlas y conferencias, es que estrés y ansiedad no son lo mismo y no nos afectan del mismo modo.

 

“El estrés nos ocurre cuando hay un elemento estresor presente, la ansiedad es un mecanismo cerebral” que tal y como ella lo explica, no necesita de mecanismos externos para hacer acto de presencia en nuestras vidas.

 

“El estrés es necesario para lograr hacer algo que se sale de lo normal y nuestro cerebro se desarrolla si le pedimos estos esfuerzos”, explica esta neurocientífica que además movida por la mezcla entre fascinación y temor que le producía volar decidió hacerse piloto de helicóptero, ella hizo el ejercicio de conectar con el estrés de una forma positiva, algo que enseña y recomienda en sus sesiones y en sus conferencias.

 

Darle la vuelta al estrés

Porque “si conectamos con el estrés de una manera positiva, conseguimos que nuestro organismo saque lo mejor de sí y que encima le ayude a desarollarse.”

 

Ese es el aprendizaje o el truco que podemos poner en práctica e incluso enseñar a nuestros hijos a la hora de gestionar su propio estrés, darle la vuelta, aprovechar lo que tiene de constructivo y de positivo para nuestro cerebro.

 

“Siempre que le digas a tu cerebro que ese estrés tiene un fin, lo estás convirtiendo en estrés positivo”, explica Ana Ibáñez y añade que “en muchos casos, la ansiedad es ese estrés crónico que tenemos de forma continuada” y que no hemos sabido gestionar de manera adecuada.

 

Por eso es muy importante, por un lado, trabajar las emociones con los niños para que puedan identificarlas y gestionarlas por sí mismos, pero también reconocer las señales de estrés que emiten los niños, muchas veces de forma inconsciente.

 

Identificar la ansiedad

La ansiedad “procede de un lugar cerebral al que tenemos poco acceso” apunta Ibáñez, “puedes tenerla y no saber bien por qué la sientes, porque la mayoría de nuestras inseguridades vienen del subconsciente. Nuestro subconsciente está alimentando todos nuestros pensamientos y nuestras acciones.”

 

Sobre todo, se trata de información que según nuestro cerebro pone en peligro la supervivencia y por eso se despiertan todas las alarmas e incluso tenemos síntomas físicos vinculados a esa ansiedad aunque no sepamos reconocerla. No podemos olvidarnos que de forma inconsciente vivimos dando más importancia a lo negativo precisamente porque nuestro cerebro nos avisa con más fuerza de todo aquello que puede ponernos en peligro.

 

“Toma forma diferente para cada uno de nosotros”, señala Ana Ibáñez, para unos pueden ser pensamientos incómodos, ideas invasivas y para otras personas directamente pueden ser síntomas físicos como problemas relacionados con la digestión, el caso es que “los síntomas son reales e incómodos pero no es sino un miedo alojado en tu cerebro que ha reprogramado su actividad para hacerte sentir en alerta e inquieta” en previsión de que algo negativo puede ocurrir.

 

Aprender a dominar la ansiedad

Ana Ibáñez, como entrenadora cerebral, tiene muy claro que se puede aprender a dominar la ansiedad con algunas herramientas sencillas con las que trabajar con insistencia.

 

“No podemos obviar los síntomas sino decirnos de manera consciente que lo entendemos” porque si nos quedamos muy pegados a los síntomas “le estás diciendo que tienes razón para estar asustado”, explica Ibáñez.

 

“No voy a luchar contra los síntomas pero voy a despistarte, por eso es muy útil conectar con los sentidos”.

 

Ella recomienda tres elementos:

una música que nos guste, que tenga momentos de calma.

respirar de forma profunda y consciente, porque es “la forma más rápida de decirle al cerebro que nos podemos calmar.”

pensar mentalmente en el espacio que ocupa nuestro cerebro, visualizarlo dentro de nuestros cuerpo porque “cuando nuestro cerebro se queda pendiente de sí mismo y de los espacios que ocupa, trabaja con una faceta que es tridimensional y produce más frecuencias alfa” que nos ayudan a tranquilizarnos.

 

En definitiva, para Ana Ibáñez el truco final que deberíamos aprender a la hora de gestionar nuestra ansiedad es pensar en qué haríamos para tranquilizar, consolar y ayudar si tuviéramos delante a un niño muy asustado, cuando ya sabemos por ejemplo, que conversar con nuestros hijos les calma y les tranquiliza.

 

Porque “un cerebro cuando siente ansiedad es un niño que está asustado, nuestro cerebro nos está diciendo que está muerto de miedo” y necesita parar, pensar y buscar una solución a un problema que no existe al menos de momento, ella nos anima a que “si hacemos el ejercicio de pensar que cuando tienes esos síntomas los traduces en que es tu cuerpo trabajando para superar un evento, el cerebro lo entiende como un acto de poder y se fortalece.”

 

Parar y respirar es una de las técnicas más eficaces para enseñar a los niños a tranquilizarse.

 

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