Es fácil desesperarse cuando tienes que lidiar con un hijo de alta demanda, pero así solo alimentarás el problema. Descubre cómo erradicar este comportamiento sin perder la calma.

 

¿Tu hijo se impacienta con facilidad?

 

¿Reclama tu atención constantemente?

 

Por mucho que te esfuerces, ¿te cuesta contentarlo?

A veces los niños pueden ser muy exigentes, sobre todo cuando están frustrados o cansados. Pero, si este comportamiento se vuelve habitual, es probable que tengas un hijo de alta demanda. No debes preocuparte, la sobreexigencia infantil no es un trastorno ni un rasgo de personalidad, tan solo un tipo de conducta y, por tanto, puede corregirse.

 

Comprender lo que le sucede a tu hijo, el primer paso para satisfacer sus necesidades.

 

Mantener la compostura e intentar ponerte en el lugar del niño mientras está tirado en el suelo del supermercado con una rabieta colosal o cuando reclama continuamente tu atención mientras hablas con alguien, puede ser difícil incluso para el padre o la madre más zen. Es probable que te sientas impotente o avergonzado y termines perdiendo el control y reprendiéndole delante de los demás. Sin embargo, eso no será de gran ayuda.

 

Lo más probable es que, en vez de solucionar el problema, termines acrecentando la desregulación y reforzando el comportamiento que pretendías eliminar. Considera que cuando la impaciencia, la frustración o la exigencia plantan bandera, el cerebro infantil simplemente se bloquea y no puede procesar casi nada de lo que ocurre a su alrededor. Ese es el motivo por el cual tu hijo no atiende a razones y le cuesta calmarse mientras su incomodidad va in crescendo.

 

A menudo ese comportamiento se debe a que está atravesando una etapa del desarrollo difícil o un cambio vital que le genera ansiedad. También es posible que sus necesidades emocionales no estén siendo atendidas adecuadamente o que experimente las situaciones de manera más intensa debido a una alta sensibilidad. En otros casos, la “culpa” es de una educación demasiado permisiva y complaciente.

 

Entender qué está generando esas reacciones en tu hijo es fundamental para gestionarlas mejor y, al mismo tiempo, satisfacer sus necesidades. A veces, todo lo que tu hijo necesita es un poco más de atención y tiempo de calidad en familia, de manera que cuando lo obtiene, su comportamiento demandante se extingue como por arte de “magia”.

 

Los 3 pasos para enseñar a los niños a ser más pacientes y comprensivos.

Es fácil perder los nervios cuando tu hijo demanda continuamente tu atención o se frustra ante el menor contratiempo, pero eres su modelo a seguir, así que es fundamental que mantengas la calma y le enseñes a comportarse de manera más amable y asertiva.

 

  1. Respira profundo y cálmate

Es mucho más fácil decirlo que hacerlo, pero cuando estés a punto de estallar recuerda que tu hijo no reacciona así porque quiere, sino porque no sabe hacerlo de otra manera. Además, las rabietas infantiles también son perjudiciales para él y tus gritos pueden aumentar su ansiedad, como reveló un estudio realizado en la University College London. Por tanto, si sientes que vas a perder el control, tómate unos minutos para tranquilizarte y recuperar la calma antes de tomar cartas en el asunto.

 

  1. Mantente firme y establece una hoja de ruta

También es importante que no cedas inmediatamente a sus exigencias pues eso puede reforzar el mal comportamiento y menguar tu autoridad. Valida su experiencia dejándole claro que sabes por lo que está pasando, pero aprovecha para establecer los límites que no debe traspasar y bríndale una solución para que pueda sobrellevar mejor su malestar.

 

Por ejemplo, si tu hijo está teniendo una rabieta porque te has negado a comprarle unas chuches, puedes decirle: “sé que te gustan, pero no te hace bien comerlas continuamente. Cuando lleguemos a casa, prepararemos esas galletas de chocolate que tanto te gustan. Mientras tanto, podemos elegir la fruta”.

 

Un niño de alta demanda necesita comprensión y atención, en especial cuando tiene dificultades para afrontar algún problema. Debe saber que lo apoyarás y ayudarás a gestionar su malestar, pero al mismo tiempo necesita aprender a ser paciente, tolerar la frustración cuando las cosas no salen como esperaba y deshacerse de esa actitud demandante.

 

  1. Dale la vuelta a la situación con amabilidad

Enséñale la diferencia entre una demanda exigente y una petición respetuosa. Explícale cómo usar un tono más amable, a pedir lo que quiere con un “por favor” y a aceptar los motivos si la respuesta es negativa. Cuando tenga un comportamiento exigente, señálalo y anímalo a pedir las cosas de manera más amable. Y, por supuesto, no satisfagas su demanda hasta que mejore sus modales.

 

La próxima vez que tu hijo tenga una actitud demandante, pregúntale cómo se sentiría si tú, su hermano o algún amigo le hablaran o reaccionaran como él. Darle la vuelta a la situación le permitirá darse cuenta de que ha rebasado los límites.

 

Cuando eres capaz de responder a tu hijo con amor, comprensión y firmeza, te conviertes en su modelo a seguir para lidiar con los contratiempos. Además, si estableces límites razonables y los haces cumplir, tu pequeño aprenderá a regular su comportamiento, gestionar sus emociones y relacionarse con una actitud más empática y asertiva. A la larga, te lo agradecerá.