Desde los últimos en el Pico de Orizaba y el Iztaccíhuatl hasta la extinción en el Popocatépetl, los glaciares de México están destinados a perecer.

 

Los últimos glaciares de México

En la diversidad de su geografía, entre playas, selvas y desiertos, los glaciares de México son un tesoro natural poco conocido, pero aún presente. A pesar de ser un país tropical, algunas de estas maravillas heladas persisten en estratovolcanes como el Iztaccíhuatl y el Pico de Orizaba; sin embargo, la presión del calentamiento global ya ha derretido algunos hasta su extinción.

 

El Popocatépetl, por ejemplo, perdió su último glaciar en 2001 debido en parte a su actividad eruptiva. De los 11 glaciares de México registrados a mediados del siglo pasado, tan solo quedan cinco en la actualidad. Además, algunos expertos aseguran que en 2050 no quedará ninguno.

 

Los glaciares del Pico de Orizaba son los últimos de la Sierra Madre Oriental. El glaciar Jampa, el más extenso del país, se extinguirá en 2030.Wikimedia Commons

 

Los glaciares de México se extinguen

Los glaciares son masas de hielo formados por la acumulación y compresión de nieve a lo largo de miles de años. Contribuyen al flujo de las cuencas hidrográficas, ya que alimentan los mantos acuíferos y suministran agua para la vida silvestre y las comunidades locales; además, influyen en la regulación climática regional al reflejar la luz solar, afectando los patrones climáticos.

 

En México son particularmente importantes en las zonas de alta montaña, donde proporcionan agua para la agricultura y la biodiversidad, al abastecer ríos y arroyos. Sin embargo, la contaminación atmosférica y los gases de efecto invernadero durante los últimos 60 años en el país parece haberlos condenado a la extinción.

 

El glaciar más grande de México

Entre los estados de Puebla y Veracruz, la montaña más grande de México (5,636 msnm) aún se mantiene coronada por el hielo. El Citlaltépetl, también conocido como el Pico de Orizaba, llegó a tener hasta 14 glaciares en sus cumbres; hoy resguarda en su cima el último glaciar de la Sierra Madre Oriental y el más extenso del país: el glaciar Jamapa.

 

Según el Centro de Ciencias de la Tierra de la Universidad Veracruzana (UV) y la Universidad de Texas en San Antonio, el Jamapa perdió 60% de su superficie entre 1950 y 2011. En 2019, su lecho de roca quedó expuesto por primera vez en la historia debido al derretimiento de su parte superior.

 

Algunos especialistas aseguran que el glaciar Jamapa se extinguirá por completo en 2030. Esto tendría consecuencias devastadoras para más de dos millones de habitantes cuya fuente de agua son las cuencas del Jamapa-Cotaxtla, en las alturas del Pico. Ciudades como Córdoba, Coscomatepec, Orizaba, Huatusco, el Puerto y Boca del Río, y algunas zonas de Puebla, dependen de las aguas que produce el glaciar.

 

En los cincuenta, los volcanes Iztaccíhuatl y Popocatépetl sumaban una extensión glaciar de casi 2 km2. Hoy se encuentran extintos en el “Popo”, mientras que el “Izta” conserva solo cinco.

 

La placa de la deshonra

En el centro del país, a 4,700 msnm, el volcán Iztaccíhuatl alguna vez resguardó el glaciar Ayoloco. Este gigante gélido en el vientre de la “Mujer Dormida” fue un componente distintivo del paisaje mexicano y era visible desde el Valle de México. Así fue hasta 2018, cuando sucumbió a los impactos del cambio climático y la urbanización circundante.

 

Hoy, una placa colocada por la UNAM conmemora su existencia: “A las generaciones futuras: Aquí existió el glaciar Ayoloco y retrocedió hasta desaparecer en 2018. En las próximas décadas los glaciares mexicanos desaparecerán irremediablemente. Esta placa es para dejar constancia de que sabíamos lo que estaba sucediendo y lo que era necesario hacer. Solo ustedes sabrán si lo hicimos”.

 

Los últimos glaciares de México y su inminente desaparición son un testimonio tangible del impacto del cambio climático en las regiones tropicales del mundo. Aún así, representan un problema más amplio: el derretimiento glaciar en los polos y el aumento en los niveles oceánicos, que aumentan tres milímetros cada año según la NASA.