A diferencia de las gallinas salvajes, las gallinas de corral pueden llegar a poner unos 300 huevos al año, casi un huevo al día. Además de la alimentación, la interferencia del ser humano es el principal motivo de que esto suceda.

 

Las gallinas son aves especialmente interesante en lo que tiene que ver con la periodicidad y el modo en que ponen sus huevos. Como particularidad, este animal pone huevos independientemente de que haya sido fecundado o no. Esto tiene que ver con que los huevos son el resultado de la ovulación de las gallinas y esta tiene lugar casi a diario.

 

Las gallinas silvestres

Lo cierto es que esa tendencia de poner huevos casi cada día no es algo común a todas las especies de gallina. Solo la gallina doméstica lleva a cabo tal proeza.

 

La gallina doméstica (Gallus gallos domesticus) procede de la hibridación de la subespecie silvestre G. g. bankiva, habitante de las junglas del sudeste asiático. El inicio de la domesticación se encuentra en algún momento hace unos 7500 años. Esta subespecie silvestre también pone un huevo diario, pero tan solo durante la época reproductiva, que se restringe a la estación seca. Sin embargo, generalmente deja de poner huevos cuando ya hay 5 o 6 en el nido, y con un máximo de 12 huevo.

 

Esta gran diferencia entre gallinas silvestres y domésticas se debe al proceso de domesticación. Artificialmente, los seres humanos han ido seleccionando aquellas gallinas capaces de poner más cantidad de huevos, y que podían hacerlo a lo largo de todo el año.

 

La puesta del huevo en la gallina doméstica

Durante la ovulación, el óvulo (fecundado o no) va desde la ovoteca y pasa por el oviducto. En su camino, el óvulo va adquiriendo nuevas estructuras —algunas propias, otras transmitidas por la gallina— hasta que se forma el huevo. Llega luego a la cloaca y atraviesa la cavidad destinada a la excreción, abierta al exterior. Cuando, efectivamente, un gallo ha hecho su parte, a las tres semanas de ese huevo saldrá un pollito.

 

Por eso, normalmente, una gallina pone huevos hasta que el nido se encuentra lleno, una media de entre diez y doce. Sin embargo, cuando las gallinas viven en un entorno en el que se las utiliza para la producción con fines de consumo humano, los huevos se retiran casi a diario, lo que impide que el nido llegue a llenarse y ellas continúen poniendo más y más huevos. Y ahí está el secreto.

 

¿Qué comen las gallinas ponedoras?

Este comportamiento es sumamente poco habitual entre las aves, porque para ellas poner un huevo suele implicar un enorme gasto de energía. Algunas, de hecho, como los mosquiteros, únicamente incuban huevos una vez al año, puesto que alimentan a sus pequeñas crías con ciertos insectos cuya aparición anual debe coincidir con el nacimiento de los polluelos.

 

Y es que la alimentación es otra de las variables que más influyen en la puesta de huevos. Según el artículo Alimentación de las gallinas ponedoras elaborado por Ana Cristina Barroeta, Gerard Verge Mèrida, del Departamento de Ciencia Animal y de los Alimentos de la Universidad Autónoma de Barcelona, e ilustrado por Natalia Ciria, los principales ingredientes que forman parte del alimento de las gallinas son algunos cereales (maíz, trigo, cebada y avena), fuentes de proteína (harinas de soja, harina de girasol y guisantes), aceites vegetales, vitaminas y minerales.

 

Es decir, suelen alimentarse a partir de productos eminentemente de origen vegetal, aunque las gallinas criadas en entornos camperos o granjas ecológicas también consumen insectos y lombrices. Pero es que además, en el caso de las gallinas destinadas a la puesta para el consumo humano, es esencial garantizar que tienen los niveles adecuados de calcio, fósforo y vitamina D, lo que favorece la formación de la cáscara y reduce la contaminación del huevo.

 

Asimismo, las condiciones de luz, por ejemplo, también resultan de vital importancia para incentivar la puesta de estos animales. Las condiciones ambientales son cruciales para definir el modo en que se desarrollan estos procesos relacionados con la reproducción, hasta el punto de que un huevo fecundado puede llegar a fecundarse de forma artificial a unos 37 °C de temperatura con la humedad adecuada.

 

REFERENCIAS

 

Barroeta, A. C. et al. (2020). Alimentación de las gallinas ponedoras. Instituto de Estudios del Huevo.

Nishida, T. et al. 2000. Morphological Identification and Ecology of the Red Jungle Fowl in Thailand, Laos and Vietnam. Nihon Chikusan Gakkaiho, 71(5), 470-480. DOI: 10.2508/chikusan.71.470