El matamoscas es una de las herramientas estrella del verano, y pocas cosas son más eficaces a la hora de deshacerse de insectos molestos. Desvelamos el secreto de su eficacia.

 

Con la llegada del calor del verano, abundan los insectos voladores que son realmente molestos. Antes de entrar en harina, desde Muy Interesante creemos conveniente recordar al lector que todas estas criaturas cumplen un papel en el ecosistema, y que lo ideal es no matarlos. Pero es cierto que moscas y mosquitos, cuando entran en casa, resultan desagradables e incluso peligrosos, y una solución barata y eficaz ha sido, desde hace más de un siglo, un buen matamoscas a mano.

 

Hay matamoscas con múltiples diseños diferentes, desde el tradicional cuadrangular, hasta otros con forma de mano, raqueta, flor, remo, o, en un giro de sarcasmo, hasta de mosca. Los hay fabricados enteramente de plástico o con el mango de metal, e incluso los hay con mango telescópico. Pero todos los matamoscas tienen un diseño general común: un mango largo, en cuyo extremo se extiende una estructura plana y perforada, con la que matar a las moscas.

 

El matamoscas, más eficaz que la mano u otros objetos

 

Si dejamos al margen otros métodos, como insecticidas, cebos —adhesivos o eléctricos—, el cultivo de plantas carnívoras en casa o una mascota aficionada a la caza de insectos voladores, muchos objetos se pueden usar para matar moscas. Hay quienes utilizan directamente la mano —por favor, es importante lavársela después—; una zapatilla, un periódico enrollado, un cartón o incluso un paño —de nuevo, en este caso, a lavar inmediatamente—. Pero cualquiera que haya empleado un matamoscas sabe que no hay nada más eficaz.

 

Para algunos de esos métodos, la habilidad es muy relevante, y la experiencia es un grado. Lo sabía muy bien el señor Nariyoshi Miyagi en Karate Kid. Sin embargo, no hace falta tener gran experiencia o excelentes dotes de cazador de insectos para tener éxito con un matamoscas. Basta con apuntar, golpear, y la mayoría de las veces, el insecto ni se entera.

 

Y la clave del éxito del matamoscas se encuentra, precisamente, en sus perforaciones.

 

La función de los agujeros del matamoscas

 

Se podría pensar que el matamoscas es más eficaz porque es más rápido, al oponer menor resistencia al aire. Un mango largo y una superficie perforada permiten que el objeto adquiera gran velocidad sin esfuerzo, y a la mosca no le da tiempo de reaccionar. En parte tiene sentido, pero también es cierto que, dado el pequeño tamaño del matamoscas, la velocidad que alcanzaría sería muy similar sin agujeros.

 

Sin embargo, hay otro efecto físico que cambia de forma evidente entre un matamoscas con agujeros y otro sin ellos, y también tiene que ver con la resistencia al aire. La acumulación de una bolsa de aire a presión, efecto del movimiento.

 

En un hipotético matamoscas sin agujeros, al avanzar por la atmósfera a gran velocidad, que es un fluido, se acumula aire en el centro de la superficie de avance, que no puede escapar más que por los bordes. En esta situación, se produce una zona de altas presiones en el centro, por delante del objeto, y vórtices en los bordes que generan turbulencias alrededor del matamoscas. Por el contrario, un matamoscas con agujeros permite que el aire escape sin dificultad, cortando el fluido atmosférico, evitando la formación de zonas de altas presiones y reduciendo las turbulencias. Y aquí radica la clave de su éxito.

 

Moscas y mosquitos cuentan con un as bajo la manga, una especie de ‘supersentido’ por el que perciben la cercanía de un objeto incluso aunque no lo vean. Su cuerpo está cubierto de unos pelos diminutos, llamados sensilias, que responden a estímulos mecánicos, como por ejemplo, cambios en la presión del aire. Dado que la mosca tiene una capacidad de reacción muy superior a la del ser humano, en cuanto detecta un aumento sospechoso de la presión, escapa antes de que el objeto impacte contra ella. En cambio, el matamoscas perforado pasa desapercibido para las sensilias de la mosca y cuando ve llegar el peligro —con un excelente sentido de la vista, todo sea dicho—, sus probabilidades de escapar ya son escasas.

 

Referencias:

Hinkle, N. C. et al. 2021. A Review of Alternative Controls for House Flies. Insects, 12(11), 1042. DOI: 10.3390/insects12111042

Jarman, A. P. 2002. Studies of mechanosensation using the fly. Human Molecular Genetics, 11(10), 1215-1218. DOI: 10.1093/hmg/11.10.1215

Soppelsa, P. et al. 2019. Origins of the Flyswatter. Technology and Culture, 60(3), 886-895. DOI: 10.1353/tech.2019.0077