A simple vista, apenas es perceptible pero, gracias a la tecnología, podemos ver el dañino y acumulativo efecto que producen los rayos solares en nuestra dermis y que, tarde o temprano, terminará por aflorar.

 

"De aquellos polvos, estos lodos", pronostica el refrán que lo que nos viene a decir es que gran parte (no todos) de los males que padecemos en el presente son la consecuencia de descuidos, insensateces o barbaridades a las que, probablemente, no dimos demasiada importancia en el pasado.

 

Costumbres tan afianzadas en nuestra 'cultura popular' hace unas décadas como, por ejemplo, currarse un moreno nivel Julio Iglesias a fuerza de pasarnos las horas, especialmente las centrales del día, en un constante vuelta y vuelta, previa maceración cutánea con una pringosa mezcla de aceite de zanahoria y Coca Cola. Obviamente, lo de la protección solar ni se barajaba porque, al final, si nos quemábamos, siempre nos quedaba recurrir 'al infalible' remedio de embadurnarnos de yogur como si no hubiera un mañana.

 

En 'aquellos maravillosos' años de pieles churruscadas, eran muy pocos los que se planteaban que aquello no debía de ser muy sano a pesar de que, de vez en cuando, el Pepito Grillo del sentido común nos susurrara al oído que ese no era el camino.

 

Pero el mañana llegó. Y, gracias a campañas de divulgación tan potentes como #Notequemesconelsol2022, promovida por la Clínica Dermatológica Internacional y la Unidad de Dermatología de Ruber Internacional Mirasierra, en colaboración con los laboratorios Avène, estamos más concienciados sobre la importancia de prevenir del cáncer cutáneo, una enfermedad cuyos principales responsables son, además del factor genético, los rayos UVA del sol y las camas bronceadoras.

 Imagen del aspecto superficial de la piel de la misma persona, analizada con Visia.

Imagen del aspecto superficial de la piel de la misma persona, analizada con Visia.

 

Porque en esta iniciativa, el doctor Ricardo Ruiz y su equipo muestran el espeluznante retrato de lo que no se ve a simple vista: la huella que el sol ha dejado, año tras año, en las capas más profundas de nuestra piel y que, si no le ponemos remedio con urgencia, podría acabar por manifestarse externamente en forma de melanoma, el tipo cáncer de piel más agresivo que puede llegar a curarse en un 99% de los casos gracias a un diagnóstico precoz.

 

DAÑOS

Para entender mejor todo esto, José Luis Ramírez Bellver, dermatólogo de CDI y uno de los participantes en #Notequemesconelsol2022, explica cómo actúa el sol sobre nuestra piel. "Existen distintas radiaciones que llegan a nuestra piel y producen efectos nocivos (también algunos beneficiosos) sobre ella: la radiación UVA, por ejemplo, es la causante del envejecimiento prematuro (fotoenvejecimiento), al ser la que más profundo llega, y producir alteraciones en las fibras elásticas (elastosis) y en el colágeno. Esta elastosis se manifiesta en forma de arrugas profundas, poro dilatado, sequedad y engrosamiento cutáneo. Al producirse una alteración en el colágeno, éste ya no retiene el agua con tanta facilidad y se produce el descolgamiento cutáneo o la flacidez".

 

Los rayos UVB, prosigue, son "los que causan las quemaduras solares, que son el mayor factor de riesgo prevenible para el desarrollo de algunos cánceres de piel. La sensación de calor es producida por la radiación infrarroja".

 

Pero todavía hay más: "Otra radiación que nos llega es la luz visible, que tiene poca penetración en la piel y por tanto pocos efectos nocivos, aunque se está estudiando su papel en la producción del melasma, por ejemplo".

 

¿BRONCEADO SALUDABLE?

Por si todavía alguna duda al respecto a estas alturas, Mercedes Sáenz de Santa María, especialista en Medicina Estética en CDI, hace hincapié en que "el envejecimiento de nuestra piel se debe solo en un 20% al paso del tiempo y el 80% restante, al daño producido por agentes externos, de los cuales la radiación solar es el más importante sin duda (también alimentación, estrés, estilo de vida, contaminación...). Las radiaciones UVA, UVB, infrarrojos, luz visible... todas ellas producen un envejecimiento acelerado de nuestra piel que se traduce en aumento de manchas, arrugas profundas, flacidez, pérdida de colágeno y elastina".

 

¿Cuáles son los primeros síntomas de que nos estamos pasando? El doctor Ramírez Bellver los detalla: "El eritema (enrojecimiento) es el primer signo de que la exposición está siendo excesiva o, al menos, es indicativo de que no estamos protegidos correctamente. Al eritema, le seguiría la quemadura solar, la cual ya producirá unos cambios "permanentes" que pueden pasar factura en los años siguientes, en forma de manchas, rojeces y, en el peor de los casos, algún cáncer o precáncer de piel".

 

Entonces, ¿cómo deberíamos tomar el sol de forma saludable (si es que se puede)? "No existe el bronceado saludable. Hay que decirlo de forma clara y rotunda. Eso lo debemos tener muy claro (excepto con el uso de autobronceadores en crema). Por eso los médicos insistimos tanto en el uso de protectores solares", sentencia la doctora Sáenz de Santamaría.

 

Usar fotoprotectores (mínimo SPF 30) y, tal y como nos recuerda el doctor Ramírez Bellver, "no olvidarse de la fotoprotección física (gorras, sombreros, camisetas, gafas de sol...) y evitar la exposición prolongada entre las 12-16 horas". En algunos casos, también pueden ser útiles "los suplementos orales a base de antioxidantes: eso sí, siempre como complemento y nunca como sustituto de la fotoprotección física, ya que pueden ayudar a reparar más rápidamente el daño producido por la radiación UV".

 

La excusa de la vitamina D no cuela. "Hay que tener en cuenta, que el estímulo solar necesario para que nuestra piel sintetice esa vitamina D es el equivalente a 4-5 minutos en los meses de verano; 15 minutos en los meses de invierno. Los protectores solares, por muy bien aplicados que estén, nunca alcanzan una protección solar total. Suelen rondar el 93-96%, y, normalmente, tampoco los aplicamos en absolutamente toda la superficie corporal expuesta. Por eso, a pesar de que utilicemos protección solar, vamos a tener el estímulo suficiente para sintetizar vitamina D".

 

La mala noticia de todo esto es que el daño solar ya acumulado no se puede revertir; se podrán tratar aquellas alteraciones que vayan apareciendo (como, por ejemplo, recurriendo al láser para las manchas, al ácido hialurónico...). La buena es que podemos evitar que el sol siga produciendo daño en nuestra piel, aplicándonos a diario -durante todo el año- un fotoprotector solar adaptado a cada tipo de piel y recordando las recomendaciones de los expertos.