El mercado laboral está cambiando constantemente. ¿Qué significará esto para dentro de pocas décadas? Algunos trabajos ni siquiera existen aún hoy.

 

En cuestión de salud femenina, hay dos vertientes convencionalmente aceptadas: por un lado, la romantizada idea de que las mujeres “lo pueden tolerar absolutamente todo”, empezando por el difícil proceso de parto. Por el otro, está la noción que ellas siempre exageran cuando se quejan debido a su “naturaleza dramática”.

 

La realidad es contundente en estos casos: subestimar síntomas o decirle a una mujer que “exagera” cuando se queja de dolor, ha conllevado numerosos diagnósticos erróneos que detonan en secuelas irreversibles, molestias prolongadas, o padecimientos más graves.

 

De acuerdo a la autora Gabrielle Jackson (en el libro Dolor y prejuicio: Un llamado a las mujeres para tomar armas y apropiarse de sus cuerpos) uno de los padecimientos más minimizados en las mujeres por los profesionales médicos es la endometriosis.

 

Aunque ha sido objeto de diversas investigaciones científicas durante más de un siglo, la endometriosis no tiene causa o cura clara. Por lo tanto, existe una trágica falta de comprensión de las pacientes que lidian con ella.

 

De acuerdo a Mayo Clinic, un 15 % de las mujeres a nivel mundial padecen endometriosis severa mientras menstrúan, pero pueden tardar hasta 7 o 12 años en ser diagnosticadas correctamente. ¿La razón? Los especialistas médicos masculinos (en la mayoría de los casos) se limitarán a decirles que es estrés, que es un cólico que se “salió de control”, o la influencia de probar anticonceptivos nuevos.

 

Los pretextos sobran y Jackson hasta exhibe casos donde los doctores le dijeron a las pacientes que ese dolor era "parte de ser mujer", y por lo tanto, “deberían” tener la fuerza suficiente para afrontarlo.

 

Quizás muchos crean exagerado el hecho de que se sobaje el dolor femenino a esa escala, particularmente si se habla de dolor abdominal.

 

Contrario a esa concepción, en el artículo La niña que lloró por el dolor: un sesgo en contra de las mujeres en el tratamiento del dolor, las autoras Diane Hoffmann y Anita Tarzian, comprobaron a través de numerosos estudios que tanto los médicos como las enfermeras, tendían a dar a las mujeres menos analgésicos que a los hombres.

 

Y no es que sea una conspiración moderna contra las mujeres… aunque si podría teorizarse una “conspiración” antigua y heredada. La predisposición de diagnosticarlas con enfermedades mentales, así como la renuencia a investigar a profundidad la causa de su dolor, datan de la era victoriana.

 

Aquella época fue el pináculo de resaltar la histeria y las hormonas femeninas como un conjunto ineludible.

 

La histeria llegó a ser considerara una enfermedad física y exclusiva del género femenino. Incluso conllevaba dolorosas cirugías y cuestionables procedimientos de cura.

 

En un periodo posterior, Sigmund Freud y otros contemporáneos ayudaron a popularizar la noción de que todo estaba en la mente, específicamente, en la “mente engañosa y manipuladora” de la mujer, la causante de males exclusivos.

 

Hoy día, se supone que la sociedad puede denominarse civilizada y cercana a la ciencia. Los días donde la histeria era la respuesta a todas las dolencias femeninas quedaron atrás, así que es momento de que los especialistas fomenten la mayor seriedad posible en los diagnósticos.

 

Lo anterior se logra teniendo presente una premisa simple e individual: todos reaccionamos de forma distinta al dolor, lo menos que merece quien lo sufre, es algo de empatía.