EN LA RUTA DE ESTE A OESTE, TODOS LOS DÍAS LOS GIRASOLES PERSIGUEN AL SOL. LA CIENCIA SUGIERE UNA EXPLICACIÓN CONTUNDENTE.

 

Cuenta la leyenda que, en la Antigua Grecia, una ninfa joven del mar se enamoró de Apolo, dios de la Belleza y del sol. Como hija de Poseidón y Tetis, señores de los océanos, podía pasear con libertad sobre la línea de costa, siguiendo los pasos de Apolo por el firmamento a lo largo del día. De este a oeste, se desgastó los pies al caminar largas horas sobre la arena.

 

El dios del sol nunca le hizo caso. Sin embargo, la ninfa salía todos los días de su palacio en las profundidades del mar por la mañana, y regresaba al anochecer, cuando la carroza de Apolo se escondía en el horizonte. Tras años de intentos, la joven echó raíces en la Tierra, con el corazón roto y los ojos llenos de esperanza.

 

Con el tiempo, la ninfa se convirtió en una flor de pétalos amarillos, que sigue el paso del sol por el cielo con la cabeza. Desde entonces, la corona una diadema dorada, que imita los rayos luminosos del astro de luz más potente. Así se explicaron los griegos el comportamiento de las Helianthus annuus, popularmente conocidas en la actualidad como girasoles.

 

¿QUÉ HACE A LOS GIRASOLES ESPECIALES?

La explicación a este fenómeno natural ha sido ampliamente estudiada por diversos biólogos en el mundo. El girasol es una planta oriunda del continente americano, y pertenece a la familia de las asteráceas.

 

Ha captado la atención de la comunidad científica por ese comportamiento único, de perseguir la luz del sol a lo largo del día. Sin embargo, se ha observado que un día sencillamente dejan de hacerlo: pareciera que, cuando alcanzan la madurez, detienen su danza.

 

Los girasoles (1888), Vincent van Gogh. Imagen: Van Gogh Museum, Ámsterdam.

 

Cuando llega ese día, no vuelven a moverse en toda su vida, y se quedan mirados al oriente como si se hubieran sumido en una melancolía profunda. Pocos días después, se secan y mueren.

 

Este cambio tan importante en la vida de los girasoles había permanecido como un enigma para los científicos, hasta que un equipo de investigadores de la Universidad de California, en Estados Unidos, entendió cuál es la razón detrás de esta parálisis en girasoles adultos.

 

¿POR QUÉ PERSIGUEN AL SOL?

La respuesta radica en los ritmos circadianos de estas flores, que siguen un reloj biológico interno poderoso. Este grupo de investigadores colocó algunos girasoles en macetas de laboratorio, acomodadas estratégicamente para que miraran hacia el este cuando cae el sol.

 

En algunos casos, inmovilizaron el tallo para que el giro se limitara o desapareciera por completo. En un espacio de 30 horas, crearon un ciclo artificial de luz para observar el comportamiento de las plantas, habituadas a los días «naturales» de 24 horas.

 

Los resultados impresionaron a los científicos. En respuesta a estas modificaciones intencionales, los girasoles perdieron 10 % de su biomasa, y redujeron el tamaño de sus hojas significativamente. Entonces determinaron que la presencia de luz es fundamental para su crecimiento y movimiento, en tanto que el ritmo circadiano marca la pauta de cuándo la planta gira y se detiene en función del sol.

 

Con esto, se concluyó que el fototropismo (es decir, la respuesta de la especie vegetal frente al estímulo luminoso), es fundamental para la salud de estas flores en su etapa de crecimiento. Al darle la luz en cierta parte del tallo, crece más el tejido a oscuras por la acumulación de algunas hormonas.

 

Esto quiere decir que los girasoles persiguen al sol para obtener de su luz la fuerza que necesitan para desarrollarse sanamente. Habría que destacar que este movimiento sólo se da en su etapa de crecimiento, pues, al alcanzar la madurez, se paralizan mirando al horizonte del Este, esperando la muerte.