Cuando nos golpeamos en la cabeza, al poco tiempo surgen los famosos chipotes o chichones. La falta de espacio bajo la piel y las proteínas de la sangre son los responsables.

 

UNA CONSECUENCIA DOLOROSA

Después de golpearnos en la cabeza las consecuencias serán visibles. Al hacerlo, se produce una rotura de pequeños vasos sanguíneos que provocan una leve hemorragia.

 

Es decir, la sangre se distribuye lateralmente en todas las direcciones hasta que la coagulación obstruye los escapes en los vasos lesionados.

 

Según esta teoría, debería formarse únicamente un gran moratón en el cuero cabelludo. Pero no es así.

 

La sangre se compone de los glóbulos y plasma, en el cual flotan estos glóbulos. El plasma sanguíneo es a su vez una solución acuosa que contiene determinadas proteínas que son hidrófilas, es decir, atraen y absorben el agua.

 

Estas proteínas extraen el agua del tejido cercano, de manera que en el lugar donde el plasma sanguíneo se derramó, bajo la piel, se forma un edema. Es cuando el chipote aparece.

 

A medida que pasen los días, el chichón irá cambiando de color, de rojo o negruzco a verdoso, hasta que adquiera una tonalidad amarillenta antes de desaparecer.

 

Aplica frío y presiona unos minutos par prevenir que se extienda o aumente de tamaño. Esto se consigue colocando hielo en la zona afectada, y es mejor que lo cubramos, por ejemplo, con un paño o con una toalla para que no se le queme la piel.

 

Cuando se haya bajado un poco el chipote, y si todavía sigue excesivamente grande, podemos prevenir que los síntomas vayan a más con una pomada que tenga propiedades antiinflamatorias.

 

La árnica es una planta que se utiliza para elaborar pomadas para tratar los hematomas.

 

¿CUÁNDO DEBO ACUDIR AL MÉDICO?

Siempre que exista un traumatismo en la cabeza debe ser valorado por un médico, sobre todo cuando se trata de un niño.

 

Asimismo, se recomienda acudir al médico o servicio de urgencias ante:

 

Vómitos

Excesiva somnolencia

Confusión

Irritabilidad

Intenso dolor de cabeza