Estos pequeños invertebrados, indispensables en los ecosistemas, están sufriendo el proceso de extinción masiva más veloz desde los dinosaurios.

 

Aunque la desaparición de algunas especies de mamíferos o aves sea sin duda preocupante y pueda resultar más llamativa para los medios de comunicación y la sociedad en general, las evidencias científicas muestran que los seres vivos por cuyo bienestar deberíamos perder el sueño son los insectos, ya que están sucumbiendo a una extinción masiva y acelerada. Y sin ellos, pilares fundamentales en las cadenas tróficas, el resto de seres vivos estamos aviados.

 

Uno de los estudios más recientes lo han llevado a cabo investigadores de la Sociedad de Entomología Amateur de Krefeld (Alemania) –localidad cercana a la frontera holandesa–, quienes han comparado las muestras de insectos que han recogido cada año, durante décadas, en sus trampas –todas ellas del mismo tamaño, fabricadas con materiales idénticos y ubicadas siempre en las mismas 63 localizaciones–. Los resultados arrojan un descenso poblacional espeluznante.

 

Las primeras muestras fueron recogidas en 1982, y los entomólogos han constatado, con justificada preocupación, que la biomasa total de insectos voladores en la zona se ha reducido un 76% desde entonces. Algo que tiene consecuencias muy serias en el ecosistema… Justo al otro lado de la frontera, en Holanda, el profesor de ecología Hans de Kroon llevaba tiempo estudiando el descenso en el número de aves de la zona. Una de las teorías que barajaba era que el declive poblacional se debiera a una escasez de alimentos, y el estudio de los entomólogos alemanes parece confirmar sus sospechas: con muchos menos insectos que comer, las aves también están desapareciendo.

 

 

Un problema global

 

Pero lo peor es que la extinción de los insectos no está localizada exclusivamente en una región concreta del planeta. En Australia, el investigador español Francisco Sánchez-Bayo, de la Universidad de Sídney, y el belga Kris Wyckhuys, de la Universidad de Queensland, publicaron hace pocos meses una síntesis de 73 estudios sobre la fauna entomológica en localizaciones de todo el mundo y estimaron que más del 40% de todas las especies de insectos podrían desaparecer en las próximas décadas y que, cada año, el 1% de las especies de insectos se suman a la lista de candidatos a extinguirse. En los últimos 30 años, el ritmo de pérdida de insectos ha sido del 2,5% anual.

 

"Si no se puede poner freno a la pérdida de especies de insectos, las consecuencias serán catastróficas tanto para los ecosistemas del planeta como para la supervivencia de la humanidad –afirmaba Francisco Sánchez-Bayo en el diario británico The Guardian–. En 10 años tendremos un cuarto menos de insectos; en 50 años quedará solo la mitad y en 100 años habrán desaparecido”.

 

¿Algunos ejemplos concretos de esta extinción "invisible"? En Inglaterra, la variedad de especies de mariposas se redujo un 58% entre los años 2000 y 2009; en Oklahoma (EE. UU.), las especies de abejas se redujeron a la mitad entre 1949 y 2013. ¿Y a qué se debe este proceso de extinción? La causa principal, según los expertos, podría ser la agricultura intensiva, que elimina árboles y arbustos y baña campos enteros con insecticidas.