“En cuestiones de cultura y de saber, sólo se pierde lo que se guarda; sólo se gana lo que se da.” Antonio Machado
La evaluación un proceso integral de observación, medida, análisis e interpretación, encaminado al conocimiento de una intervención pública -norma, programa, plan o políticaque permita alcanzar un juicio valorativo basado en evidencias, respecto a su diseño, puesta en práctica, resultados e impactos.
De ahí que “Evaluar” (del lat. valere) significa “estimar”, apreciar, calcular el valor de algo”.
El Diccionario de la RAE indica que “evaluación” consiste en “la acción y efecto de señalar el valor de una cosa”. “evaluar” consiste en “atribuir cierto valor a algo”. El matiz que introduce el adverbio “cierto” de la última definición podría pasar inadvertido, pero no es desdeñable al apuntar hacia el relativismo en que se mueve nuestro conocimiento de la realidad.
“Cierto” señala una aproximación que nos recuerda que la evaluación es un mapa que trazamos para explorar la realidad y que en ningún caso debemos confundir con el propio territorio. Aunque el origen semántico del término evaluación aporta el núcleo esencial de lo que se entiende por tal, habrá que distinguir entre el uso corriente del lenguaje y el lenguaje especializado que exige cualquier disciplina, cuestión ésta que no resulta suficientemente clara en evaluación, ya que en ella han influido tanto el lenguaje común como diversos campos académicos y gerenciales.
Lo que interesa destacar es que ninguna definición es neutra y entraña diferentes abordajes y valores. La disciplina de evaluación proviene de los países anglosajones, donde aparece bajo la rúbrica de dos acepciones sinónimas: assessment y evaluation que en la literatura especializada tienen usos diferentes: assessment se utiliza en general referido a personas y evaluation, referido a intervenciones, programas, proyectos…sin embargo, en español ha prosperado el término “evaluación” al estar menos cargado semánticamente que “valoración”.
Evaluar es apreciar, analizar, valorar y juzgar los resultados e impactos de una intervención a fin de mejorar su calidad. La práctica de la evaluación incluye actividades técnicas de observación, de medida, de análisis, pero no se reduce sólo a eso. Se apoya en el método científico pero no es una disciplina científica en el sentido habitual del término, sino una “actividad institucional” con vocación de integrarse en la gestión pública y en el funcionamiento del sistema político.
Por eso, la evaluación es un instrumento integrado en el análisis de las políticas públicas de carácter multidisciplinar y de reciente especialización profesional que tiene por objeto apreciar la efectividad de los programas y/o de las políticas públicas, comparando sus resultados e impactos con los objetivos asignados y los medios puestos a su disposición, emitiendo un juicio de valor.
Así, más que un instrumento de conocimiento per se es un proceso guiado por una serie de exigencias y valores: rigor, imparcialidad, transparencia, atención a los distintos puntos de vista y voluntad de que prevalezca el interés general. La dificultad de establecer ese juicio valorativo sobre un campo tan complejo como el de las políticas públicas conlleva que la evaluación trate de dotarse del más sólido despliegue metodológico y técnico contando con una pluralidad de enfoques disciplinares y herramientas, considerando, cada vez más, las necesidades de los actores implicados en el proceso. Por eso si se quiere aprender evaluación…primero hay que enseñarla…