El Issste aclaró POSTERIORMENTE a lo sucedido que fue un SIMULACRO ¡Ajá! Se refirió a la fotografía en la que aparece López Obrador visitando a un “paciente” de coronavirus en un hospital de Cuernavaca.

La tardía “aclaración” hace creíble lo divulgado en redes sociales, que el encamado, gozando de cabal salud, es un escolta del Presidente, que usaron de maniquí. Los fieles al mesías (“único hijo laico de Dios”, Porfirio dixit) dirán que el hecho es intrascendente y nada dañino; pero el suceso confirma que hasta para lo “intrascendente” los ineptos son estúpidamente tramposos. 

Esa pifia lleva a recordar expresiones presidenciales que repite por donde va, para envidia de cualquier merolico. Ejemplos: “mi primer compromiso es no mentir y no engañar”; “la mentira es del demonio”; “los conservadores son mentirosos, hipócritas y corruptos”; y otras por el estilo.

De tales postulados y su conducta se colige: 1) que su primer compromiso es su primera mentira; 2) que si la mentira es del demonio él está endemoniado; y 3) que merece ser proclamado como Alteza Serenísima de los Conservadores que sean, de verdad, mentirosos, hipócritas y corruptos. Si hablamos de la pandemia, mire usted: al publicarse imágenes estrujantes de seres humanos rechazados en hospitales, muriendo en pasillos y banquetas, el que dice que no miente se solaza en decirnos que “a ninguna persona en México se le ha privado de los servicios médicos”.

Eso no es solo una mentira siniestra sino una canallada que ofende a la memoria de esos fallecidos, a sus deudos y a los que hoy están abandonados a su suerte.

Pero las lenguas de los gobernantes ineptos y sin escrúpulos saben lamer los oídos de los mentecatos, para afianzar su dominio. Son innumerables las estafas gubernamentales de estos pillos, pero le muestro otra reciente, que el propio Presidente ha evidenciado, se trata de la captura y liberación de Ovidio, el hijo de El Chapo: hace ocho meses el secretario de Inseguridad Pública afirmó que la decisión de poner en libertad al presunto capo fue tomada COLEGIADAMENTE por los responsables directos de esa acción; el Presidente dijo que no había sido informado anticipadamente pero que respaldaba lo decidido por sus subordinados. Ocho meses después sale con que él dio la orden de recular.

En alguno de los dos momentos nos mintió, pero “la mentira es del demonio, conservadora” y bla, bla, bla.

Lo cierto es que la Transformación de Cuarta pasó rápidamente de lo casi ÉPICO (por sus años de lucha) a lo LÍRICO (por la inspiración que produjo) después a lo CÓMICO (porque causó risa) y finalmente a lo TRÁGICO (por la destrucción que del país hace).

Entendamos ya que la mentira también es corrupción y, por ello, insisto: hombres y mujeres de buena voluntad debemos lograr un México sin mentiras.