El secretario federal de Seguridad, Alfonso Durazo, parece haber asumido, tarde pero aún a tiempo, que la guerra (“de Calderón”) que el gobierno se ha resistido a mantener contra la delincuencia no solo persiste, sino debe afrontarla el gobierno que venía pregonando abrazos en lugar de balazos.

Dijo esto el sábado a mil 914 nuevos integrantes de la Guardia Nacional: "No los voy a engañar, vienen meses difíciles para todos nosotros, pero particularmente para ustedes. Vienen tiempos de lucha, sin embargo están preparados para dar la batalla...”.

En su arenga, aseguró que el nuevo personal de la GN está dotado de herramientas y capacitado para conducirse "con integridad, entrega y profesionalismo en el uso de la fuerza, para imponer la ley y garantizar el respeto de los derechos humanos, así como proteger al indefenso de aquellos que delinquen y vulneran a la sociedad mexicana".

La información que el secretario tiene, cualquiera que sea, debe contener elementos de sobra como para dar la impresión de que en los próximos meses vendrá la madre de todas las batallas: “Con toda responsabilidad, podemos decir que muy pronto los días más oscuros de la inseguridad habrán quedado en el pasado”, y se dirigió a las 442 mujeres y mil 472 hombres graduados como quizá su comandante habló a los soldados que dieron la batalla en Okinawa: “Serán ustedes recordados como la generación valiente y digna que supo entregar su esfuerzo y compromiso en beneficio de sus compatriotas.

Me atrevo a calificarlos, sin exagerar, como la parte más generosa y noble de la juventud mexicana de hoy”.

El secretario confía en que “con ello damos un paso adicional en el cumplimiento de la estrategia nacional de paz y seguridad que contempla su consolidación y crecimiento, hasta tener la capacidad para confrontar exitosamente a la criminalidad”.

Consecuente con el discurso de paz que había estado reiterando el Presidente la República, Durazo tamizó: “No vamos a dar espacio para que elemento alguno de la GN se contamine de los vicios de la corrupción que han caracterizado lamentablemente a muchos de los integrantes de los cuerpos de seguridad pública”.

Si bien el gobierno rechaza la violencia de los grupos criminales, recordó, también repudia la ejercida por el Estado: “No hay brutalidad razonable, debemos tener siempre en cuenta que el poder público tiene límites y que debemos respetarlos como responsables de hacer prevalecer la ley”.

La perorata de clausura de cursos en el Campo Militar de San Miguel de los Jagüeyes fue respaldada por el comandante de la incipiente GN, general Luis Rodríguez Bucio: “No habrá espacio para el exceso, el abuso, la corrupción, el maltrato ni la deslealtad”. ¿Qué información tiene el secretario para hablar como lo hizo? ¿En qué estriba lo difícil de los meses por venir? ¿A qué “batalla” de la guerra que se niega va la Guardia Nacional? En suma, ¿hay o no un cambio de “estrategia...”?  c

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Fuente: http://bit.ly/2RyHeAK