Cuando Citigroup anunció el martes que abandonaba en México su banca comercial (Citi Banamex), sobraron los que sacaron los cuchillos buscando clavarlos al gobierno de Morena.

 

Y en una reacción dominada por la ideología, abundan los que anunciaban el fin de las finanzas porque decían que la emblemática institución financiera norteamericana saltaba al vacío por la borda, porque veía venir el naufragio del banco mexicano fue falso.

 

El anuncio hecho por J. Fraser, la nueva CEO de Citigroup, incluía la misma salida de la Banca comercial y de otros servicios como tarjetas de crédito, fondos de pensiones y seguros, así como en otros 13 países de Europa y de Asia, entre las que se incluyen China e India, algunas de esas 13 naciones, como Australia o Indonesia, son mercados financieros sólidos que nada tienen que ver con ideologías no afines al capitalismo.

 

Por supuesto que se trata de una decisión muy debatible, si se considera que, con créditos comerciales por 165 mil millones de pesos y créditos corporativos por 551 mil millones de pesos, México es para Citi su mercado más importante después de los Estados Unidos. Le representa el 6 por ciento de sus operaciones totales.

 

Pero lo cierto es que su nueva directiva decidió globalmente enfocarse a la banca corporativa, a la de grandes y muy rentables volúmenes de capital, para ceder a otros la banca comercial, que ven muy amenazado su futuro con la acelerada emergencia de las tecnologías de los servicios bancarios en línea.

 

En el fondo, el cierre en nuestro país de esa línea de servicios es también la admisión tácita de que otros jugadores con mejores estrategias les comieron a Citi Banamex el mercado en México. Cuestión de recordar que, al privatizarse la Banca en 1991, Banamex se la jugaba al tú por tú con Bancomer en la disputa por el liderazgo de los servicios bancarios y financieros en nuestro país. Y cuando Roberto Hernández y Alfredo Harp vendieron Banamex a Citi, por 12 mil 500 millones de dólares en 2001, el pronóstico era que con ese poderío los norteamericanos superarían en México a sus pares españoles.

 

No fue así, veinte años después, Citi Banamex no solo dejó de ser competitivo contra BBVA, sino que cedió el segundo sitio a un imparable Banorte. Y Santander está codo a codo disputándose el tercer lugar. Hoy, BBVA reporta en México activos por 2.3 billones de pesos, seguido de Banorte con 1.58 billones de pesos, Citi Banamex con 1.52 billones de pesos, pisándole los talones Santander con 1.45 billones de pesos.

 

Pero el debate relevante hoy no es si Citi Banamex se vende, sino quiénes son los candidatos para comprarlo. Un comprador clave podría ser Banorte, el segundo mayor banco de México, que si se fusiona con Citi Banamex alcanzaría los 3.1 billones de pesos de activos, desbancando del primer sitio a Bancomer por 700 mil millones de pesos.

 

Otra propuesta nacional sería Carlos Slim, aunque cederle Citi Banamex al dueño de Banca Inbursa sería refrendarlo todavía más como el dueño absoluto de México, Una alternativa nacional más razonable sería la de Ricardo Salinas Pliego, quien por cierto es hasta ahora el único que levantó la mano diciendo que evalúa la compra de Citibanamex.

 

El presidente de Banco Azteca tiene los alcances, el capital, el talento humano, la infraestructura, y la experiencia para asumir el reto de relanzar Citibanamex. De acuerdo a Forbes, Banco Azteca y Citi Banamex son dos de los cuatro bancos mexicanos que registran la mayor satisfacción de sus clientes. Banregio y Scotiabank son los otros dos. Por supuesto que merodean las sombras de grupos extranjeros, como el consorcio financiero brasileño Itaú.

 

Pero eso sería perder la oportunidad de recuperar para México lo que con tanta irresponsabilidad se cedió en los sexenios de Ernesto Zedillo y Vicente Fox. ¿Asumirá el gobierno de Morena el reto de recuperar para nuestro país una tajada estratégica de su sistema de pagos, hoy anclado en Madrid, Nueva York y Londres? El presidente AMLO y su Secretario de Hacienda, Rogelio Ramírez de la O, tienen la decisión final.