Luego de una semana plagada de videos tomados en forma subrepticia e intercepciones telefónicas ilegales, nadie se salva. Todos al final aparecen en ellos en lo mismo: recibiendo, hablando de millones de pesos de sobornos. Conclusión: todos son iguales. Lo mismo. Corruptos, pues.

Estamos a un mes del inicio del proceso electoral más grande en la historia de nuestro país, porque concurren las elecciones federales intermedias con elecciones locales en las 32 entidades federativas, aun cuando en algunas varíen plazos.

Así que serán comicios titánicos, no solo numéricamente, sino también por la complejidad y los retos que representa organizar elecciones en época de Covid-19; una pandemia que nadie esperaba, pero que quizá algunos políticos aprovechen con fines electorales.

Sería perverso que alguien piense en alargar la pandemia con el propósito de impactar en el ánimo de los electores, ya sea bajo una estrategia protectora de los más desprotegidos inyectando todos los recursos públicos para favorecer a los pobres (aunque nada más se beneficie a quienes se encuentren anotados en padrones de programas sociales).

Igual de perverso sería (o ya es) usar la pandemia para adelantar campañas disfrazadas de gestión social, de asistencia social o de “ayuda” institucional, llevando cuánta cosa a electores de sectores vulnerables; en otros casos, usarla para golpear al adversario político acusándolo de mal manejo de la pandemia.

Un país, entidades federativas, municipios, donde, con sus honrosas excepciones, en su mayoría los actores políticos dejan pasar y dejan hacer; donde, incluso, las medidas anunciadas como obligatorias (como el uso de cubre bocas) se desacatan porque la gente ve que los gobernantes nunca aplican medidas coercitivas o ni usan cubre bocas.

En fin, en la víspera del inicio del proceso electoral federal 2020-2021 el Instituto Nacional Electoral (INE) ya trabaja a toda máquina en los preparativos con una nueva tarea: Diseñar estrategias para desarrollar el proceso electivo exitosamente en medio de la pandemia, previendo, incluso, previendo la extensión del virus. 

Un INE con nuevos retos, no solo en el ámbito federal, sino también en el local, pues entre sus atribuciones se encuentran algunas relacionadas a las elecciones en las entidades federativas. Por ejemplo, dictar lineamientos en diversas materias, y la integración, ubicación e instalación de las Mesas Directivas de Casilla.

Ese de por sí ya es todo un reto, pero en tiempos de pandemia el reto se torna mayúsculo: Convencer a los ciudadanos seleccionados para realizar la función, la cual, además, debe ser un alto honor de mexicanos y mexicanas, porque en sus manos queda el recibir y contar cada uno de los votos.

Ello amén del planteamiento, y a la vez reto, de darle vigor al voto electrónico para los mexicanos residentes en el extranjero en cuando menos diez entidades federativas: Baja California Sur, Chihuahua, Colima, Guerrero, Michoacán, Nayarit, Querétaro, San Luis Potosí, Zacatecas y Jalisco.

De hecho, es un reto que tendrá el INE para las elecciones 2020 de Coahuila e Hidalgo, donde se renovarán 25 diputaciones locales y 84 ayuntamientos, respectivamente.

Y si este experimento resulta, tal vez implementarlo en el proceso 2020-2021 ampliándolo al territorio mexicano. Aunque no está regulado en la ley; tendría que instrumentarse a base de lineamientos con el riesgo de invadir la competencia del Poder Legislativo, pero podría tener el aval del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación dada una prolongada emergencia sanitaria.

Por lo pronto, para el proceso electoral 2020-2021 el Consejo General del INE ya aprobó la Estrategia de Capacitación y Asistencia Electoral, “la cual contiene el conjunto de lineamientos generales y directrices para cumplir con la integración de Mesas Directivas de Casilla y garantizar el derecho al voto de la totalidad de las y los mexicanos.” 

Se prevé contar con la participación de más de 1,400,000 ciudadanas y ciudadanos que, previo a ser doblemente insaculados, capacitados y designados, fungirán al frente de alrededor de 164 mil casillas, donde podrán votar un estimado de 94.98 millones de electores.

La estrategia incluye medidas para garantizar la salud, tanto de capacitadores y supervisores electorales, quienes se encargan de reclutar y capacitar a las y los funcionarios de casilla; además, entre otras medidas se privilegiará la modalidad virtual de capacitación electoral.

Otro de los retos para las autoridades electorales administrativas y jurisdiccionales ya es y será la vigilancia y sanción correspondiente a funcionarios de los tres órdenes de gobierno que aprovechándose de la pandemia andan en pleno proselitismo tratando de “atrapar” electores; y lo hacen usando recursos públicos.

Y el INE le tendrá que entrar, incluso, ejerciendo sus facultades especiales porque los OPLES (con sus excepciones) se hacen de la vista gorda ante el proselitismo que vienen realizando servidores públicos, representantes populares y presidentes municipales; otra opción es destituir a los consejeros electorales ‘tapaderas’.

Un reto más el cual ya tomó el INE es la homologación de plazos, procedimientos sub-etapas (por decirlo de algún modo), del proceso electoral federal y los locales. Hay que proteger a la población.

Es más, nadie se extrañe si por razones de la pandemia, la autoridad electoral en algún momento determina acortar los tiempos de precampaña y campaña, así como el periodo de recolección del apoyo ciudadano para el caso de las candidaturas independientes.

En fin, aparejado a tales retos, el INE tiene grandes retos como los siguientes:

Sostener la participación ciudadana en las urnas electorales, que se puede caer si se prolonga la pandemia o porque la ciudadanía de plano se decepcione de los partidos políticos que poco o nada han hecho por aliviar la crisis sanitaria y económica.

(Claro, en este reto la tarea también concierne a los partidos políticos y candidatos, pues la autoridad electoral tampoco hace milagros sobre todo cuando las ofertas de campaña no son atractivas y los candidatos están para llorar porque o son los mismos o son peores).

Desarrollar los lineamientos para la reelección de legisladores a nivel federal; la reforma aprobada por la Cámara de Diputados se detuvo en la Cámara de Senadores debido al receso obligatorio por la pandemia.

Cuidar que se cumpla cabalmente con principios fundamentales como la paridad de género, y la representación indígena, etc.

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1. Cuando López Obrador logra aciertos se le aplaude; cuando comete errores debe culpársele. ¿Cuáles son los aciertos del gobierno de AMLO?, cuando cumple con sus promesas de campaña. ¿Cuándo comete errores e indecisiones?, cuando no cumple y sus seguidores comienzan a criticarlo porque no ven avances y sólo se hacen las cosas a medias. ¿Qué es difícil gobernar? Para el PRI, PAN, PRD, que siempre mal gobernaron para dedicarse a robar y hacer más miserable al país, siempre fue fácil desgobernar; pero para López Obrador, que dice que quiere transformar todo, ha sido terriblemente difícil porque empresarios y toda la derecha se le oponen.

Si bien el Partido Mexicano de los Trabajadores (PMT) fundado por Heberto Castillo y Demetrio Vallejo buscó desde sus inicios la construcción de una Patria nueva con base en las posiciones progresistas y de avanzada de muchos mexicanos que participaron en esos dos grandes movimientos, el ferrocarrilero de 1959 y el estudiantil de 1968, además de otros como el Movimiento de Liberación Nacional, a la lucha política emprendida en la década de los 70 del siglo pasado, se fueron sumando mexicanos de todas las condiciones sociales, oficio o profesión para impulsar la lucha de los trabajadores del campo y de la ciudad por la independencia económica y la soberanía nacional.

Brillante, amable, profesoral. Demagógico, verboso, condescendiente. Sagaz, elegante, sensible. Tramposo, sibilino, terco. Agudo, chispeante, docto. Soberbio, insensible, sumiso. Al doctor Hugo López-Gatell, subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, responsable de la respuesta mexicana a la pandemia de la covid-19 y vocero del Gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador sobre el tema, le fascinan los sinónimos. En cada una de las decenas de conferencias de prensa en que ha participado desde que inició la emergencia, ha enhebrado un sinfín de adjetivos que buscan matizar sus respuestas, otorgarles una pátina literaria frente a las preguntas —y el acoso sistemático— de los reporteros.

Tenemos en Palacio Nacional a un presidente que ha dejado atrás una serie de rituales que eran los que caracterizaban a un régimen político que dominó el país las últimas décadas. En el pasado han quedado las prácticas que buscaban establecer la comunicación presidencial, algo que se esperaba luego de la promesa en campaña de que se iba a transformar al país, algo que se ha empezado a hacer, aunque no siempre de la mejor manera.

Un presidente, se supone, es un funcionario público informado y debidamente asesorado. No es alguien con un cargo menor, sino quien ocupa la punta de la pirámide del organigrama de la administración pública. Pero la 4T ha venido a cambiar todo, incluso el papel que debe desempeñar el titular del poder ejecutivo, reducido ahora a un simple vocero que actúa, la mayor parte de las ocasiones, sin un guión que le ayude a salir bien librado de sus comparecencias públicas.