Desde las 7 de la mañana, su conferencia de prensa puede ser escuchada por la radio o vista en algunos canales de televisión y redes sociales, una hora después, los espacios noticiosos realizan mesas de debate o dan paso a las entrevistas para analizar el tema abordado por el presidente unos minutos antes.
Hoy en México, el nombre de Andrés Manuel López Obrador es pronunciado (para bien o para mal) en todo momento y en todo lugar, lo mismo en una reunión familiar, que en la charla diaria con los compañeros de trabajo o a bordo del automóvil.
¡Los reflectores!
Se dice que la política no sólo es construir o legislar, también es escuchar, criticar y principalmente, comunicar. Éstas tres últimas características han sido bien entendidas y aplicadas por AMLO, quien a lo largo de las semanas al frente del Ejecutivo Federal ha conservado el “monopolio de la información”; él es quien maneja e impone los temas a discutir en los medios de comunicación y en automático, en la opinión pública.
Como se dijo en anteriores entregas, la comunicación es y será la herramienta clave que empleará el mandatario durante su gestión, pero además, cualquier estrategia en esta materia no podrá llegar a buen puerto si no se tienen los recursos económicos, tecnológicos y humanos suficientes.
Billetes y monedas…
De acuerdo con el Colectivo Medios Libres (grupo integrado por académicos y periodistas), el actual gobierno contará este año con un presupuesto de 4 mil 258 millones de pesos sólo para servicios de comunicación y publicidad, casi mil millones más con respecto al ejercido en 2018 ($3,278 mdp).
López Obrador sabe que la comunicación debe fluir en tres vías: La terrestre, la mediática y la virtual. La primera, es sin duda la más efectiva y practicada desde los orígenes de la política (boca a boca), se lleva a cabo mediante discursos, reuniones, mítines en todo tipo de lugares, incluyendo los más apartados del país.
En segundo lugar, está la mediática (o aérea), la cual consiste en apoyarse de los periodistas, líderes de opinión, analistas y de los medios de comunicación (digitales, electrónicos y tradicionales) en general, ya sea con entrevistas, ruedas de prensa, difusión de boletines, posturas, desplegados, spots, etcétera.
¿Política virtual?
La tercera es la más reciente y con amplia relevancia, la virtual. Basada en la generación e intercambio de mensajes y contenido audiovisual en esas comunidades denominadas redes sociales.
Es allí, donde el tabasqueño ha encontrado y consolidado un sector muy importante para el éxito de su plan de gobierno: Los jóvenes, ellos, quienes acceden masivamente a estos sitios para entretenerse, informarse, exponer sus ideas o conversar, han sido piezas fundamentales para la defensa y posicionamiento de temas en pro de la Cuarta Transformación.
Los “ciberseguidores”
Con cifras nada despreciables, Andrés Manuel López Obrador es uno de los políticos mexicanos más seguidos en Twitter, con 5.2 millones de followers, tan sólo detrás de Enrique Peña (7.4 millones) y Felipe Calderón (5.4 millones). En Facebook, la red social más popular del mundo, el ex líder de Morena tiene 5.5 millones de “amigos”; en YouTube, alcanza los 777 mil suscriptores y en Instagram, 297 mil seguidores.
El movimiento que encabeza López Obrador trascenderá si ejecuta un verdadero plan de comunicación que cubra todos los sectores, desde el anciano que acude al evento en la plaza de su municipio, pasando por el joven que ve fotografías en una red social hasta llegar a la mujer que sintoniza el noticiario radiofónico. A esto se le llama cobertura total.
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