En una elección hay tres tipos de jugadores: Participantes, revelaciones y protagonistas y son estos últimos quienes suelen liderar la competencia, pero no siempre logran sobresalir en momentos clave durante la misma, ya sea por incapacidad o la mejor estrategia de un tercero.

 

Lo anterior sucedió en el más reciente debate de los candidatos a la Presidencia de la República, donde los punteros en las encuestas (Andrés Manuel López Obrador, Ricardo Anaya y José Antonio Meade) llegaban con altas expectativas a esta lucha de ideas; sin embargo, resultaron “opacados” por un personaje que hasta hace unas semanas no aparecía en radar electoral.

 

Y llegó…

 

Jaime Rodríguez Calderón “El Bronco”, gobernador con licencia de Nuevo León y recientemente incluido a la boleta electoral fue sin duda el que acaparó las críticas y los comentarios de buena parte de los analistas políticos, debido a sus ofertas de campaña, principalmente la del “moche” de manos a aquellas personas que incurran en actos de corrupción.

 

Su lenguaje, imagen, postura, entonación y por supuesto, su oferta de gobierno, llamaron la atención sobre todo de una parte mínima -pero significativa- del electorado mexicano como los indecisos, los desencantados con la partidocracia  y aquellas personas que han sido víctimas de la delincuencia; por otro lado, los académicos, intelectuales y gente ligada con el poder, sí arremetieron  contra el neoleonés.

 

Nada que perder

 

Y es que “El Bronco”, a diferencia del resto de los candidatos, llegaba con un “posicionamiento cero”, es decir, con un nivel de conocimiento e intención de voto menor al 5 por ciento, por lo cual estaba en condiciones de decir y hacer cualquier cosa para incrementar sus números.

 

Lo que parecería ser una ocurrencia, fue una frase intencionalmente elaborada con el objetivo de generar polémica, opiniones (a favor y en contra) y así, generar la cobertura mediática necesaria tras el debate, lo que comúnmente se denomina, postdebate.

 

Esfuerzo en vano

 

De acuerdo a muchos analistas en materia política, el candidato del Frente por México, Ricardo Anaya Cortés, fue quien tuvo un mejor desenvolvimiento y mayor preparación de cara a este encuentro; no obstante, los medios y las redes sociales se “engancharon” con la propuesta del independiente.

 

Los ataques hacia los adversarios en un debate no siempre aseguran un crecimiento en las encuestas, tampoco los argumentos, pero sí, la dosis de emotividad que lleven los mensajes para llegar al lado irracional del ciudadano.

 

Sin “ponch”

 

El buen desenvolvimiento de Anaya no queda a discusión, tampoco su manejo de los tiempos o de cuadro; quizá el problema estuvo en la falta de un “golpe” en contra AMLO, ya que a pesar de lanzar varias embestidas, ninguna logró desestabilizar al tabasqueño.

 

Asimismo, el plan del panista estaba diseñado para ganar el postdebate, pero “El Bronco” y sus “moches” fueron la tendencia en las plataformas como Facebook y Twitter y dejaron en un segundo plano sus ideas.

 

El primer round finalizó, pero todavía quedan dos meses de intensa campaña, la cual estará llena de confrontaciones y muy pocos argumentos, de adhesiones y traiciones y conforme se aproxime el 1 de julio (día de la elección) la gente depurará sus opciones y aislará a las revelaciones y se quedará con los protagonistas.

 

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