En la política suele haber todo tipo de tragedias, desde las derrotas electorales hasta el aislamiento de alguno sus miembros, pasando por el “destierro” de un exmandatario o simplemente, por la decadencia e inminente desaparición de cierto partido.

 

Un colapso no se presenta de manera espontánea, para que esto suceda se deben conjugar una serie de factores internos y externos, entre los que se encuentran: acumulación de errores, divisiones u omisiones a lo largo de varios años.

 

Damnificados políticos

 

Los comicios del 1 de julio dejaron a más de una fuerza política en crisis. Ejemplo de lo anterior es el Partido de la Revolución Democrática, instituto fundado en 1989, que por más de dos décadas gobernó la Ciudad de México y tuvo una amplia presencia en estados del centro y sur del país.

 

El también llamado “sol azteca”, nació en buena medida por el impulso de figuras como Cuauhtémoc Cárdenas, Porfirio Muñoz Ledo, Heberto Castillo, entre otros; alcanzó su punto más alto durante la campaña presidencial de 2006, cuando su entonces candidato, Andrés Manuel López Obrador, quedó a poco más de 233 mil sufragios del ganador, Felipe Calderón.

 

A pesar de aquel descalabro, el PRD continuó siendo la primera opción de izquierda en México y ganó (solo o en coalición) estados emblemáticos como Morelos, Tabasco o Michoacán y participó nuevamente junto con López Obrador en la carrera rumbo a Los Pinos en 2012, siendo esta última, el principio del fin debido a las diferencias y posterior rompimiento entre AMLO y la corriente de los “Chuchos”, encabezada por Jesús Ortega y Jesús Zambrano.

 

Decadencia total

 

Las elecciones federales intermedias de 2015 y las locales de 2016 ya esbozaban un negro futuro para el partido, ya que su principal competidor (Morena) le arrebató militantes y votos.

 

En 2018, el PRD llegó al proceso electoral en medio de un conflicto interno, desfondado, criticado por muchos de sus simpatizantes por la coalición que acordó con el Partido Acción Nacional y Movimiento Ciudadano para apoyar las aspiraciones de Ricardo Anaya, y por si fuera poco, una multa -fijada por el INE- equivalente a 125 millones de pesos.

 

Con tan sólo el 2.3 por ciento (%) de la votación presidencial (1 millón 300 mil votos) y el 5% de la votación legislativa (2 millones 330 mil votos), el PRD logró sortear su extinción; no obstante, dicha catástrofe lo dejará con una reducción en sus prerrogativas cercanas al 50 por ciento, obligándolo a ajustar sus finanzas, incluyendo el despido de una gran parte de sus trabajadores sindicalizados.

 

Al borde de la desaparición

 

La victoria aplastante de López Obrador, no sólo le otorgó a éste un poder casi absoluto a nivel gubernamental y legislativo (federal y en varios estados), sino también, le dejó un terreno libre de oposición, con un número limitado de representantes del PRI, PAN y PRD.

 

Si el “sol azteca” quiere regresar a ser protagonista de la política nacional, deberá reinventarse, para ello tendrá que eliminar las “tribus” (grupos al interior del mismo), trabajar en la generación de nuevos cuadros, separar a sus miembros que han sido acusados por actos de corrupción, alejarse de las alianzas pragmáticas, volver a su esencia de izquierda moderada; de lo contario, en 2024 este partido llegará a su fin.

 

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