La crisis sanitaria por la que atraviesa el planeta y en especial México, está lejos de terminar, de acuerdo con los datos proporcionados por la Secretaría de Salud federal, la primera “oleada” de contagios podría extenderse hasta el próximo mes de octubre y quizá, se reactive en la temporada invernal.

 

En el rubro económico, la incertidumbre tampoco es menor. El tamaño del colapso de diferentes sectores como el turístico, comercial y educativo, aún es de pronóstico reservado; asimismo, existen múltiples estimaciones sobre la caída del Producto Interno Bruto mexicano en 2020 por parte de las calificadoras, instituciones bancarias u organismos especializados en la materia.

 

Los porcentajes suelen variar, algunos cálculos fueron de -3.5 por ciento (%), como el difundido en marzo pasado por el Instituto Mexicano de Ejecutivos de Finanzas (IMEF) o de -10.5 % por el Fondo Monetario Internacional (FMI). 

 

Si los dos factores ya mencionados se confirman para finales de año, entonces los mexicanos padecerán una larga carestía que, según el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), podría durar 15 meses en su etapa más dura y para otros expertos, sería el doble.

 

Guerra de opiniones

 

Con relación al actuar del Gobierno de la República, mucho se comenta y se escribe, ya sea a favor o en contra. A la par del crecimiento en el número de contagios, la polarización en México crece cada día en el ciudadano promedio y la manifiesta a través de posturas más extremas.

 

La lógica popular señala a los políticos como los responsables de tal  rispidez; sin embargo, éste es un fenómeno más complejo que involucra a todos los sectores de la sociedad.

 

Por poco…

 

El “termómetro” más eficaz para medir la popularidad de un personaje es la encuesta. Durante la emergencia sanitaria, el presidente Andrés Manuel López Obrador ha visto cambiar sus niveles de aprobación; no obstante, a pesar de esta situación extraordinaria, su popularidad alcanza el 60% (encuesta publicada por El Financiero el 1 de junio).

 

Dicho estudio indica que AMLO tuvo una disminución de 8 puntos de aceptación con respecto a abril del presente año, algo alarmante, pero al mismo tiempo, cuenta con el suficiente margen de maniobra para sortear el periodo más difícil por el Covid-19.

 

Los bandos

 

A más de un año de la llegada de esta administración, los bandos están definidos: por un lado, López Obrador y sus aliados (Morena, PT, PVEM, sindicatos, beneficiarios de programas sociales, universidades públicas y algunos medios de comunicación) y por el otro, empresarios, organizaciones civiles, diversos columnistas, líderes de opinión, entre otros.

 

En este choque de fuerzas todos participan y es ahí, donde el mandatario aprovechará para reimpulsar su proyecto de transformación ya que, a diferencia de sus antecesores del siglo XXI, todavía concentra el dominio necesario en los ámbitos Legislativo y electoral como para resistir los embates internos.

 

Presiones foráneas

 

También es cierto que el mundo ha cambiado y que el presidente ya no puede dirigir a su antojo los destinos del país, debido al sistema globalizado en el que está inmerso, lo cual implica diálogo, negociación y acuerdos con más naciones para lograr un objetivo en común.

 

La economía mexicana depende en buena medida del capital extranjero, principalmente de los Estados Unidos y de su recuperación; el asunto sanitario irá de la mano con las presiones ejercidas por sus contrapartes comerciales (en la movilización de la mano de obra para la producción de bienes o servicios).

 

Andrés Manuel López Obrador y Morena necesitan “el poder absoluto para poder consolidarse en el trono”, pero aún les quedan dos aduanas complicadas que van a determinar el rumbo de su sexenio y por ende, de México: La elección presidencial en la unión americana y los comicios intermedios de 2021.

 

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