Tardía o rezagada, así puede ser calificada la decisión del gobierno mexicano para declarar la emergencia sanitaria derivada de la propagación del Covid-19, un virus que hoy tiene confinado a un tercio del planeta y que ya es considerada, la crisis del siglo.

 

Los riesgos de esta pandemia son conocidos. Los errores y aciertos médicos en países como China, Italia o España han sido reproducidos en mayor o menor escala en lugares donde las muertes tardaron en llegar, específicamente en el continente americano, el cual es –desde hace unos días- el “epicentro” de la enfermedad.

 

Amenaza latente

 

México, al estar junto al país que registra un gran número de infectados (Estados Unidos con 180 mil casos hasta el 1 de abril), se encuentra en una situación vulnerable; por otra parte, sus autoridades son criticadas por la lentitud en la aplicación de medidas preventivas, así como por la ambigüedad de su discurso.

 

Para muchos, se demoró la cancelación de todos los eventos masivos. En la segunda semana de marzo, se llevaron a cabo el festival de música “Vive Latino” y partidos del campeonato de futbol local; mientras tanto, la suspensión de clases se arrancó el 20 del mismo mes y no el 13 como algunos académicos recomendaron.

 

Ante la falta de acciones más severas del Ejecutivo federal, varias administraciones municipales y estatales decidieron prohibir o postergar actos públicos y no fue sino hasta el sábado 28 que ordenó el aislamiento por contingencia y para el 30, decretó la emergencia sanitaria.

 

¿Doble mensaje?

 

No obstante, a pesar de que el presidente y la Secretaría de Salud han informado diariamente desde el 27 de febrero sobre los avances del coronavirus en México, la población sigue sin atender del todo las recomendaciones por diversos factores (económicos, laborales, movilidad, etcétera).

 

Si bien los datos proporcionados por el vocero, el subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López- Gatell, son veraces, existe una confusión en el mensaje final.

 

Mientras que López- Gatell brinda cifras pormenorizadas de los contagios por Covid-19 y exhorta a la gente a permanecer en su casa, su jefe, Andrés Manuel López Obrador, continúa en giras de trabajo y acudiendo a sitios concurridos como los aeropuertos.

 

Fórmula probada

 

En la comunicación política se recomienda que ante cualquier crisis, el gobierno concentre la información en una persona, con el propósito de establecer una sola postura (única) ante el hecho y evitar así, confusiones, distorsiones o contradicciones. 

 

Hasta el momento, el desempeño general del subsecretario ha sido favorable, sus mensajes son breves, claros, entendibles, útiles y oportunos; sin embargo, la paradoja radica en la caída de la popularidad presidencial, lo que significa un “foco amarillo” para sus consultores y la posibilidad de que estos modifiquen la estrategia de comunicación.

 

Percepción y realidad

 

De acuerdo con la encuesta realizada en marzo por la empresa Arias Consultores, el tabasqueño alcanzó 41.1 por ciento (%) de aprobación, contra 49.5% de desaprobación y un 9.4% de indiferencia, siendo la Ciudad de México la entidad que más rechaza el actuar gubernamental (78.4%).

 

La aparición del mandatario en reuniones, es tan sólo uno de los motivos de su descenso. El contacto físico con personas, sus símbolos religiosos como “protección” contra el virus o su llamado para acudir a fondas y restaurantes al inicio de la contingencia, abonaron a lo ya referido.

 

Según las proyecciones de los especialistas, el número de enfermos en México por Covid-19 incrementará en abril, por lo que es prematuro juzgar –en su totalidad- la respuesta del gobierno; empero, si AMLO desea salir avante, es necesario que se apegue a las mejores prácticas sanitarias de las naciones que están “amortiguando” los estragos originados por la pandemia.

 

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