“En política se gobierna desde los medios”, es una frase común para quien detenta el poder, que revela la importancia que tienen los espacios o empresas ligadas con la obtención, tratamiento y difusión de la información de interés general.
Cualquier representante popular sabe que no basta la preparación académica ni la experiencia laboral para llevar a buen puerto su gestión, también debe poseer habilidades comunicativas, es decir, conocer a fondo las técnicas de transmisión de ideas y datos que muevan o convenzan a un determinado público.
Adiós al modelo tradicional
Por décadas, los políticos tuvieron en la radio, televisión y los periódicos a sus mejores aliados, unión respaldada por los convenios que ambos signaban y apegados a la lógica de “ganar, ganar”, lo que representaba una ventaja para los primeros sobre sus oponentes.
Todo eso cambió. Hoy la relación prensa- poder y su codependencia se diversificó gracias a la llegada del internet, principalmente de las redes sociales, que son la vía más rápida, directa e interactiva entre el gobernante y el ciudadano.
La estrella virtual
El ejemplo de lo anterior es el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, quien utiliza de manera eficiente dichos sitios virtuales, los cuales son la clave del porqué goza aprobaciones semanales o mensuales superiores al 51 por ciento.
La figura de AMLO no se podría entender sin la comunicación, pero también, a su correcta aplicación; en otras palabras, su éxito radica en la simultaneidad de los mensajes, las ruedas de prensa le ayudan a imponer la agenda mediática desde las 7 de la mañana y al mismo tiempo, sus fotografías, textos y videos son el complemento perfecto para cerrar la “pinza informativa” que mantiene al tanto a la gente.
Hasta diciembre de 2019, el mandatario tenía 6.3 millones de seguidores en Twitter, 6.2 millones en Facebook, 1.5 millones en YouTube y 484 mil en Instagram y alrededor de 10 millones de interacciones en conjunto, según el estudio realizado por la empresa Socialbakers.
Los “coletazos”
El “cerco” que por años los medios tradicionales impusieron a aquellos políticos que no eran afines a sus intereses (económicos o ideológicos) se ha fracturado, al menos en países democráticos, pero aún existen fuertes presiones de la industria asentada en estos y continúa recibiendo una buena parte del presupuesto asignado a la publicidad oficial.
Sin embargo, la tendencia marca que el uso de las nuevas tecnologías en la política obligará a las dependencias, partidos o equipos de campaña a disminuir los recursos para la producción de spots, la elaboración de propaganda impresa y fija, el pago de entrevistas, programas, coberturas que los medios suelen hacer.
Por lo tanto, el reto al que se enfrentarán los políticos formados en el siglo XXI será hacer más con menos dinero y estarán forzados a desarrollar su creatividad, modificar su lenguaje (romper con los formalismos y tecnicismos tan característicos de la vieja guardia), hacerlo más sencillo y entendible, tener presencia en el ciberespacio y en las calles, escuchar a las personas y “conectar” con ellas.
No es difícil… ¿o sí?
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