Muchos critican la férrea defensa que hacen los seguidores del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), principalmente en las redes sociales, de los ataques, cuestionamientos u observaciones hacia su candidato, Andrés Manuel López Obrador, sin analizar a fondo el porqué de esta reacción.
Todos los días hay varios periodistas y analistas de la fuente política e incluso ciudadanos que expresan su rechazo a la forma de actuar de los simpatizantes del tabasqueño porque, aseguran, estos últimos adoptan posturas intolerantes, radicales y sin sustento.
En contraparte, los “morenistas” aseguran que su respuesta tiene un propósito: evitar la propagación de calumnias o desinformación que derive en una percepción negativa del tres veces aspirante presidencial y así ganar todo tipo de debate.
La fórmula
Sin embargo, los combates desarrollados en las plataformas digitales como Facebook y Twitter y en el caso de los voceros o representantes de ese partido, desde los medios tradicionales como los periódicos, radio y televisión, son un claro ejemplo del adoctrinamiento que Morena fomenta, incluso antes de su fundación.
El adoctrinamiento es una actividad relacionada con la enseñanza y el conjunto de ideas estructuradas, por ejemplo, de un instituto o movimiento político, y que tanto el Partido Acción Nacional como el Partido Revolucionario Institucional han dejado a un lado.
Tareas permanentes
Un partido, independientemente de su ideología, debe procurar tres cosas: buscar y mantener el poder, tener una amplia base de militantes y simpatizantes y la última, trabajar en su adoctrinamiento.
A partir de los noventa, todas las fuerzas políticas descuidaron la formación de cuadros y en 2006, con el primer intento presidencial de López Obrador (aún en el PRD), la tarea de consolidar un grupo de seguidores y divulgar entre éste sus postulados u opiniones se acrecentó y en 2014, se fortaleció cuando Morena obtuvo su registro ante el Instituto Nacional Electoral.
Mezcla perfecta
¿El adoctrinamiento significa instruir? Sí, pero también se apoya de otros elementos como la empatía, cercanía y persuasión, tan fundamentales para “conectar” con las personas y al cabo de un tiempo, hacer que éstas actúen por cuenta propia.
La ventaja que lleva AMLO con respecto a sus adversarios parece irremontable a un mes de los comicios del 1 de julio, superioridad que se debe en buena medida a un mensaje que llega, es “digerible”, toca emociones y está totalmente alojado en la memoria de la gente.
¿Y los otros?
Tanto el PAN como el PRI no han dimensionado la importancia que tiene el adoctrinar a su respectivo público. Se transformaron en partidos de ocasión que aparecen cada tres años durante un proceso electoral y al término de éste, desaparecen de las calles o se alejan de aquellos que les dieron el triunfo.
El adoctrinamiento será efectivo cuando esté respaldado de recursos humanos y económicos; no obstante, es una labor a mediano y largo plazo que difícilmente los partidos impulsarán, pues la política actual exige inmediatez, obtener resultados a la brevedad.
Los intercambios de puntos de vista (o ataques) entre los simpatizantes de diferentes partidos serán cada vez más frecuentes y los mexicanos deberán acostumbrarse a ellos, ya que la política es gobernar pero también es convencer y manipular permanentemente a los demás y no sólo por temporadas.
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