En febrero de 2011, Puebla entró en una nueva etapa de la transición cuando Rafael Moreno Valle asumió el cargo de gobernador constitucional del estado por un periodo de seis años, hecho que significó un cambio, pero también, una forma polémica de hacer política.

 

Desde que la democracia postrevolucionaria se instauró en la entidad, el PRI y su antepasado (el PNR) encabezaron ininterrumpidamente el Poder Ejecutivo local desde 1933 con el general José Mijares Palencia hasta el 31 de enero de 2011 con la gestión de Mario Marín Torres.

 

El parteaguas

 

Casi 8 décadas de regímenes emanados del tricolor terminaron cuando uno de los suyos (Moreno Valle) decidió competir bajo otras siglas, llevándose consigo su capital político que acumuló a lo largo de mucho tiempo, así como varios adeptos disímiles del PAN y PRD.

 

El tiempo pasó y la administración de Rafael Moreno Valle tomó decisiones controvertidas y por lo tanto, la impopularidad se hizo presente, aunque no a gran escala, lo que le permitió entregar en 2017 el mando a uno de los suyos: Antonio Gali Fayad.

 

La cúspide

 

Quizás ese fue el punto más alto de la nueva corriente del panismo poblano, que tuvo su origen en 2006, cuando Rafael renunció al Revolucionario Institucional para sumarse como candidato de la fórmula blanquiazul a la senaduría en aquel año. Finalizado su ciclo gubernamental, buscó expandir su movimiento por todo México con el propósito de alcanzar la nominación de su partido rumbo a la Presidencia de la República.

 

Su labor fue insuficiente y tuvo que conformarse con una posición en la Cámara Alta y acordar la postulación de su esposa Martha Érika Alonso y así, intentar extender su influencia, legado y fuente de financiamiento para su campaña en 2024.

 

Con “alfileres”

 

La sucesión entre Gali y Alonso tan cuestionada por lo desaseado del proceso electoral se desarrolló entré demandas por fraude (principalmente de los sectores ligados con la izquierda). A pesar de ello, el panismo logró mantener el bastión con “respirador artificial” hasta el 24 de diciembre de 2018, fecha en que un accidente aéreo terminó con la vida de los Moreno Valle y por ende, con su proyecto.

 

Puebla se caracterizó por ser una entidad con clara tendencia priista y en sus zonas urbanas como la capital, Acción Nacional tuvo arrastre desde los años noventa cuando la alcaldía entró en una dinámica de alternancia entre las dos fuerzas.

 

La irrupción

 

Todo comenzó a resquebrajarse en 2018, cuando Morena cobijado por Andrés Manuel López Obrador, irrumpió con potencia y atrajo una buena parte de los ciudadanos que no se sentían identificados con el bipartidismo reinante, al obtener la mayoría de las posiciones en disputa, excepto la gubernatura.

 

Miguel Barbosa, quien encabezó la coalición de Morena, PT y PES quedó a más de 120 mil votos de distancia de la panista; sin embargo, la “judicialización” de los comicios hizo que la figura del experredista permaneciera en los medios de comunicación.

 

Tras el percance del helicóptero y la convocatoria de la elección extraordinaria, Morena supo reagruparse en 2019, a pesar de las divisiones internas, situación que no se replicó en el PAN y que derivó en el colapso de este último, perdiendo Casa Puebla y con una minoría legislativa irrelevante.

 

En política nada está escrito, el dominio es efímero y la derrota puede revertirse de un momento a otro como le sucedió al Movimiento de Regeneración Nacional, el cual estaba destinado a ser oposición y que ahora concentra a diversos personajes y asociaciones, al igual que el PRI que gobernó este territorio por 78 años.

 

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