Como muy pocas veces, el poder en México se aglutina en un movimiento, en concreto, en un solo hombre, el cual funge como presidente de la República y al mismo tiempo, como fundador y líder moral del partido más hegemónico de la época reciente (Morena): Andrés Manuel López Obrador.

Político persistente que en 2018 obtuvo un triunfo apabullante para convertirse en el mandatario del país con el mayor número de hispanohablantes del mundo, acompañado de un parlamento afín y de gobiernos locales dirigidos por personajes emanados de la misma agrupación.

Nuevas ideas

El proyecto que AMLO encabeza se autodenomina “Cuarta Transformación”, pues según él, el régimen que representa será el cuarto cambio en materia política que vivirá México, después de la Independencia, la Guerra de Reforma y la Revolución.

Las modificaciones que busca realizar López Obrador tocan diversos ámbitos, desde un modelo económico diferente (más distributivo que neoliberal, de acuerdo con el tabasqueño), pasando por instituciones más austeras, hasta llegar a la estrategia de seguridad fincada en el despliegue de una policía militarizada (Guardia Nacional) o simplemente, en el cambio de discurso y narrativa.

Y es este último punto donde las acciones son distintas con relación a sus antecesores. Las conferencias mañaneras que organiza el Ejecutivo Federal son un ejercicio de manifestación de ideas, asimismo, una vitrina donde su imagen se exhibe a diario, pero también, una tribuna donde sus declaraciones generan polémica.

El semáforo…

No obstante, una de las primeras señales de alarma son las frecuentes críticas presidenciales hacia la labor informativa de ciertos medios de comunicación, en especial del diario Reforma, el cual ha recibido un sinfín de calificativos por su línea editorial contraria a los intereses lopezobradoristas.

Si bien la libertad de expresión es un derecho, el intercambio de comentarios entre la prensa y un gobernante es poco común -mas no nuevo-, ya que lo anterior empieza a ser una tendencia global en lugares como Estados Unidos y Brasil, donde su respectivo jefe de Estado se confronta con reporteros, conductores, articulistas o editorialistas.

Quizá esta forma de comunicación tenga que ver con el “envalentonamiento” del político hacia el espacio noticioso radiofónico, televisivo, impreso o digital, debido a que éste ya cuenta con medios propios (especialmente las redes sociales) para dar a conocer su postura, trabajo, logros, etcétera; e interactuar directamente con el ciudadano sin necesidad de un vínculo, como hasta hace poco lo era el periodista.     

Más alertas

Otros focos amarillos que ha encendido la “Cuarta Transformación” son: el aval de la cúpula morenista para que el gobernador electo de Baja California, Jaime Bonilla, extienda su ejercicio del poder de 2 a 5 años; la animadversión evidente entre el inquilino de Palacio Nacional y los organismos autónomos o descentralizados como la CNDH, INE y el Coneval; y las constantes rotaciones en su equipo de trabajo, que generan incertidumbre sobre el destino del proyecto.

Los primeros 12 meses en el poder están aún lejanos, Andrés Manuel López Obrador, pese a tener experiencia como gobernante, continúa recorriendo una vía llena de obstáculos, adversarios y detractores quienes, hasta el momento, sostienen que esta administración mantiene la tentación de imponer, preservar, confrontar y controlar. ¿Será?

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