En su primera gira por el extranjero desde que tomó posesión, el viaje del presidente Andrés Manuel López Obrador a la capital de los Estados Unidos de América estuvo cargada de emotividad y simbolismos, desde los acostumbrados gestos de sobriedad como viajar en líneas comerciales junto con su comitiva, al alegre y cálido recibimiento de sus connacionales, que lo recibieron por centenares en Washington con un mariachi proveniente de New York.

 

Sin duda, esta fue una visita histórica que habrá de marcar el inicio de una nueva era para la región, pues como bien lo expresaba el presidente López Obrador en su primer discurso, el nuevo Tratado de Libre Comercio y la firma de la declaración conjunta, buscan regionalizar la producción de las mercancías y fortalecer los mercados laborales en América del Norte, así como mejorar la balanza de pagos en favor de la región, la cual actualmente se distingue por una mayor cantidad de importaciones y a su vez, esto puede verse como una reafirmación del fin del globalismo.

 

Por otro lado, ajeno al terreno económico y comercial, se pueden advertir aspectos políticos dignos de un gran jefe de Estado, como lo es nuestro actual presidente, pues como nunca antes se dejó claro que México es un país soberano e independiente, pues más allá de que en los jardines de la Casa Blanca se escuchó el eco del grito de independencia como es acostumbrado en las fiestas patrias del 15 de septiembre en el palacio nacional, el presidente agradeció a su homólogo estadounidense el no intervenir en los asuntos públicos de nuestro país, haciendo una remembranza histórica de las relaciones de buena vecindad que hemos podidos ver en la historia de las relaciones bilaterales entre ambos países y reprobando el espíritu colonialista que aún subsiste en  el mundo.

 

Contrario a los deseos de la oposición, que esperaban ver a un López Obrador agresivo y beligerante y a un Donald Trump arrogante y descortés, lo que imperó fue la diplomacia y la astucia del mandatario mexicano, pues a diferencia de lo que ocurrió con Enrique Peña Nieto, el discurso del presidente Trump fue amable y lleno elogios hacia el pueblo de México, el cual considero que ha hecho contribuciones extraordinarias, así como un reconocimiento a la figura del presidente López Obrador a quien catalogó como el mejor presidente de México, pues como lo mencionó en la cena con los empresarios de ambos países, considera que es duro, capaz y que quiere mucho a su país, lo que se podría entender como una afirmación de que el presidente López Obrador, no es un entreguista que sacrifica a su país por intereses personales o de grupo.

 

Por otro lado, el presidente López Obrador recordó que aún hay agravios que no han se han olvidado, refiriéndose a la invasión norteamericana a mediados del siglo XIX y al tráfico de armas largas enviado por el gobierno norteamericano a territorio nacional, considera que hay una gran oportunidad de resolver estos conflictos a través del diálogo y en beneficio de ambas naciones.