Todo indicaba que esa mañana de fines de mayo de 2020 sería como cualquier otra en la monótona vida que Marco Antonio Lara Franco lleva en el penal en el que ha estado preso desde hace 20 años. Tras dos horas de trote y boxeo, regresó, sudado, a su celda del área O-24 del penal de San Miguel, en Puebla.