Entre 30 y 35 integrantes de Gasolineros Unidos de los Estados de Puebla y Tlaxcala (GUEPT) buscarán deshacer los contratos que firmaron a 10 años con la marca BP, debido a que ésta ha incumplido con la obligación de importar su propio combustible y ha emprendido acciones ventajosas que les hace suponer busca llevarlos a la quiebra, para después adueñarse de las estaciones de servicio.

Pidiendo la gracia del anonimato, debido a que temen represalias de la empresa de origen británico, expresaron que la compañía a toda costa pretende mantener sus ganancias y decidir sobre toda la operación de las gasolineras, sin haber invertido un peso ellas; por lo que piden la ayuda a la Federación para terminar la relación contractual.

Con la reforma energética, recordaron, el mismo gobierno –en ese entonces de Enrique Peña Nieto– alentó a los gasolineros a adquirir las franquicias extranjeras, ya que supuestamente así terminarían los problemas que tenían en ese momento de desabasto con Petróleos Mexicanos (Pemex).

Ello derivó en la apertura de 120 estaciones de servicio de BP tanto en territorio poblano como tlaxcalteca.

Quienes decidieron adquirir una franquicia fue porque se les dijo que las firmas de otros países traerían su propio combustible, cuando la realidad actual es que solo una lo hace y no es la británica.

Esta última sigue comprando gasolinas a la paraestatal mexicana, pero no solo eso sino que aparentemente ha incurrido en engaños a los consumidores, puesto que el aditivo que agrega al combustible en la práctica no genera el rendimiento que promete, tampoco aumenta el octanaje ni garantiza un motor más limpio.

En su sitio web oficial, la trasnacional presume el uso de tecnología Active en sus carburantes y afirma que “contienen todo un ejército de moléculas antisuciedad diseñadas para proteger tu motor de todo tipo de impurezas”.

Pero en los hechos el aditivo se agrega artesanalmente y no desde las terminales, lo hacen en las instalaciones de las estaciones de servicio y, por si fuera poco, los gasolineros se lo tienen que pagar a BP.

A los franquiciatarios nunca se les dijo que ese sería el procedimiento ni que tendrían que hacer desembolsos extras.

“No es mentira, sí se lo ponen, pero solo es un detergente, solo limpia los inyectores, solo hace labor como de aseo. Realmente no aumenta el octanaje, que mejora el rendimiento es falso, si fuera verdad la gente ya se hubiera dado cuenta… Lo añaden en la estación, cuando llega la pipa le vacían el tambito o el depósito que tienen ahí”, acusaron.

Además, la compañía británica solo se ha dedicado a prestar el nombre, ya que no invirtió un solo peso en la remodelación de las estaciones de servicio.

A todo ello se suma que durante la semana pasada, cuando la gasolina Magna y la Premium comenzó a comercializarse hasta en 16.78 y 17.08 por litro, debido a que Pemex la vendió más barata, BP impidió a sus franquiciatarios acoplarse a esos precios, por lo que les fue imposible competir con otras gasolineras.

Desde 2017 que llegó a México, esta marca no ha atraído a más clientes y así lo han comprobado los propietarios.

Algunos, desde el año pasado, ya le han notificado a la trasnacional el deseo de dar por terminado el contrato, en virtud de que no cumplieron con lo estipulado.

“Al ser un escenario nuevo cometimos muchos errores por desconocimiento, pecamos de ingenuos, pecamos de confiados”, reconocieron con arrepentimiento.

Los empresarios afectados refirieron que hay dos casos graves y sospechosos en donde la empresa ha hecho todo lo posible para que les vaya mal a las estaciones, para así proponerles a los empresarios que se las renten y en un futuro, probablemente adueñarse de los negocios.

Uno de ellos es el de una gasolinera que tiene en renta en San Martín, que cuando tenía la marca Pemex vendía entre 25 mil y 30 mil litros diarios; ahora solo comercializa 10 mil, pero además está abandonada y descuidada.

El dueño está preocupado porque prevé que cuando finalice el contrato y se la regresen, su estación de servicio valdrá menos porque el avalúo de un negocio de este tipo se establece con base en su volumen de ventas.

El otro caso es el de la estación Alpina, ubicada en Calzada Zavaleta y el bulevar del Hospital para el Niño Poblano, la cual está a punto de quebrar por prácticas abusivas de BP; la firma no ha querido escuchar los argumentos del propietario.

 

Información de "La Jornada De Oriente"