Construir vivienda social en la periferia urbana es un esfuerzo menguado, debido a que esa localización implica falta de oportunidades y de servicios adecuados para la población de ingresos económicos bajos a la que está destinada, dijo la Mtra. Claudia Acosta, experta en políticas de suelo urbano para América Latina, en su conferencia Vivienda social inclusiva: de objetivo abstracto a decisiones concretas en los proyectos urbanos.

En esta ponencia que dictó por invitación de la Maestría en Proyectos para el Desarrollo Urbano de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México señaló que, en general, la vivienda social tiene algún tipo de subsidio público, por ejemplo, al financiamiento, o en inversión del municipio para extender la red vial, y aunque con estos esfuerzos se acompaña a la población que necesita apoyo, al encontrarse en la periferia, esta vivienda social económica queda espacialmente segregada.

Para combatir esa segregación socio-espacial que conlleva vivir en conjuntos habitacionales en zonas periféricas, donde quedan “aisladas” personas homogéneas desde el punto de vista socioeconómico -que son de bajos recursos-, la urbanista propone edificar vivienda social inclusiva, la cual también sería económica, pero que estaría espacialmente integrada en los barrios de clase media, que ya se localizan en zonas integradas.

Como en las ciudades “hay mucho suelo de clase media”, en éste se podría esparcir la vivienda social inclusiva, lo que favorecería la integración funcional y social de las personas beneficiarias, y así evitar su desplazamiento a la periferia.

Mudarse de la periferia a una vivienda social inclusiva en un barrio de clase media ubicado en una zona central le podría implicar un esfuerzo generacional a una familia de bajos ingresos, pues los padres y madres posiblemente quedarían lejos de sus redes de apoyo -por ejemplo, familiares y amigos-, pero los beneficios serán para sus hijos/as, pues vivirían en un hogar mejor localizado con relación a los servicios y las oportunidades, es decir, acceso a la educación, a la cultura, a la recreación y al empleo, que se concentran en las mejores áreas de las ciudades.

Cómo reducir la segregación y generar vivienda social inclusiva

En torno a la segregación socio-espacial, la maestra Acosta comentó que es un proceso en el que participan tres actores: las personas, el mercado inmobiliario y el gobierno. Las primeras, como consumidoras, escogen vivir cerca de personas que se parecen a ellas, “eso es muy común en nuestras decisiones de localización”.

Los mercados de suelo e inmobiliarios generan tendencias de segregación, en parte con sus estrategias de ganancia, cuando en barrios populares o de clase media desarrollan conjuntos de departamentos con un perfil económico más alto, y que normalmente anuncian como ‘conjunto exclusivo’, con el fin de diferenciarse de los vecinos.

En tanto que los gobiernos, al tomar decisiones de planeación, gestión e inversión, pueden propiciar una zonificación segregadora o inclusiva, si sus decisiones regulatorias incrementan los costos de vivir en la ciudad o permiten que ésta sea más asequible desde el punto de vista económico.

Es así que para para reducir la segregación y generar vivienda social inclusiva la urbanista mencionó que un gobierno municipal, aunque carezca de dinero para este efecto, tiene capacidad regulatoria, tan importante en el mercado inmobiliario o más que el dinero de un subsidio, el cual por cierto no garantiza una buena localización para este tipo de vivienda.

“Pero la regulación sí puede favorecer mejores localizaciones y también condiciones de oferta”. Además, el gobierno puede definir a quién se va a beneficiar en un momento dado con las medidas de vivienda social, y qué tanto se puede promover o tolerar la mezcla o separación socioeconómica de los habitantes. La gestión gubernamental puede abrir un abanico de oportunidades, al generar condiciones, ventajas, incentivos, articulaciones.

Sin embargo, para hacer de la vivienda social inclusiva algo concreto, no sólo un deseo, el plan general de desarrollo urbano de una ciudad debe incluir decisiones concretas sobre el cuándo, cómo, dónde y quién va a generar vivienda social inclusiva en las ciudades. Como “los mercados habitacionales y los mercados inmobiliarios no generan vivienda social de manera espontánea”, es necesario generarle condiciones a la vivienda social.