El pasado 10 de enero, un chico de 11 años de edad ingresó a su escuela, el Colegio Cervantes de Coahuila, con un arma de fuego. Tras iniciar un tiroteo, el menor asesinó a una maestra e hirió a cinco estudiantes y un maestro, para terminar el acto quitándose la vida.

Este hecho ha provocado un sinfín de lecturas que van desde lo jurídico hasta lo pedagógico. Para la Dra. Teresa Eugenia Brito Miranda, encargada de inaugurar el conversatorio Desentrañando la tragedia en Torreón, la falta de acompañamiento y modelos educativos que promueven el alejamiento entre estudiantes son factores que integran la causalidad del siniestro.

La académica de la IBERO Puebla consideró que el Colegio Cervantes tiene responsabilidad en el acto, siendo el escenario en que la violencia externa se vio reflejada. “Las instituciones sociales, como la familia y la escuela, quedan al descubierto por sus omisiones. Ya no tienen la función o relevancia que antes tenían”, comentó.

No es la primera ocasión que se presenta un hecho de esta naturaleza, siendo el tiroteo de 2017 en Monterrey uno de los casos más recordados. Así lo indicó la Mtra. Gabriela González List, quien consideró que las y los maestros no están preparados para abordar este tipo de crisis. “Se generó un vacío en muchos sentidos: falta de atención y omisiones de empatía y acercamiento”, dijo.

Sobre el mismo tenor, la Mtra. Clarisse Tishman Alatriste reconoció que existe poca información en torno al contexto que rodeaba al menor, así como la injerencia que las instituciones pueden y deben tener en los jóvenes. Puso en tela de juicio el sistema educativo, el cual promueve la competencia constante por encima de la convivencia armónica.

En contraste, el Dr. Quetzalcóatl Hernández Cervantes, experto en suicidología que brindó asistencia al Colegio Cervantes después del hecho, destacó la importancia de concientizar el error social de construir teorías hipotéticas y delegar responsabilidades equivocadamente.

A diferencia de las demás panelistas, indicó que la escuela no tiene responsabilidad en los actos porque su labor sustancial no es la atención psicológica. “La salud no es responsabilidad de alguien más, sino individual. La parte más dolorosa es asumir que, al final, el suicidio es decisión exclusiva de la persona”, sentenció.

 

Medidas preventivas

En la cultura educativa, el aspecto académico se encuentra tan arraigado que el resto de las aristas epistemológicas quedan de lado. Por eso, Tishman Alatriste reivindicó la relevancia del aprendizaje práctico en materia de valores y principios éticos. “Tenemos que trabajar la gestión emocional y el desarrollo emocional en nosotros mismos”, urgió.

Sobre la cultura de prevención, Brito Miranda exhortó al establecimiento de protocolos de acción inmediata en las escuelas para que todas las personas que rodean al estudiante puedan actuar en casos de crisis emocional. En esencia, esto implica, dijo, ser conscientes de la presencia del Otro.

Como parte del gremio de la docencia, González List comentó que, tras la balacera, diferentes instancias públicas emitieron documentos a las escuelas para fomentar la cultura de la prevención y acción en momentos de crisis, así como el manejo de la presencia de armas de fuego. Esto se alinea a la formación que las y los maestros reciben para la contención de eventualidades similares.

En complemento, Hernández Cervantes introdujo el concepto de alfabetización para indicar que todas y todos somos capaces de reestructurar conductas de carácter antisocial. Recordó que, al igual que como ocurre con los servicios de primeros auxilios, debe promoverse la cultura de la prevención psicológica aun cuando no es la labor per se de las instituciones educativas.

 

Escenarios esperanzadores

El primer paso es hablar de ello. “Tener este tipo de espacios indica que sí nos importa. Eso es esperanzador”, comentó la Mtra. Clarisse Tishman, quien destacó el valor de que las juventudes busquen involucrarse en la construcción de alternativas y soluciones.

Lo propio indicó la Dra. Teresa Brito, quien, desde su papel de académica, urgió en reforzar las relaciones interpersonales como una forma de trascender el nivel escolar, nutriendo las actividades de reflexión que conduzcan a acciones transformadoras.

La IBERO Puebla cuenta con un protocolo de atención y prevención de situaciones suicidas, siendo pionera entre las instituciones del Sistema Universitario Jesuita (SUJ) en esta materia.

Optimista en el panorama docente, la Mtra. Gabriela González reivindicó el valor de que exista una preocupación genuina por parte de las y los maestros para formarse en la cultura de la contención de crisis. Enfatizó la pertinencia de complejizar este tipo de eventos, siendo que, a casi un mes de haber ocurrido, sigue siendo analizado desde diferentes enfoques.

A manera de cierre, el Dr. Quetzalcóatl Hernández señaló que una de las mejores acciones en materia de primeros auxilios psicológicos es escuchar activamente por encima de emitir consejos, opiniones y esperanzas opacas.