Para la Universidad Iberoamericana Puebla cada generación significa la posibilidad de transitar de sociedades fracturadas hacia unas más justas y solidarias. Bajo esa premisa, el Mtro. Mario Patrón Sánchez encabezó las ceremonias de graduación de Educación Continua, Posgrados, Licenciatura y preparatorias IBERO Puebla y Tlaxcala, en donde fueron reconocidos más de 14 estudiantes.

 

El mensaje en cada discurso fue contundente, destacó que ante los actos violentos que han marcado a los jóvenes en su entorno universitario, sólo la suma de esfuerzos, personales con los propios de las instituciones públicas, se podrá transformar esta realidad adolorida y desigual.

 

En sus palabras a nuevos licenciados les recordó que este cierre de ciclo debe estar lleno de gratitud. A sus padres, primero, por confiar en ellos y brindarles una educación de calidad y por apostar por la formación universitaria jesuita.

 

A sus profesores y profesoras, por ser los actores principales en su trayectoria universitaria. Por lograr poner en práctica lo que las instituciones jesuitas denominamos alumnorum cura personalis, es decir, la capacidad del docente para establecer relaciones de cuidado y respeto, a fin de buscar lo mejor para la comunidad estudiantil. Y a ellos mismos, porque, aunque quizá hubo razones para declinar, hoy concluyen un ciclo lleno de entusiasmo, y conscientes de que la meta fue alcanzada.

 

En su discurso, el Mtro. Mario Patrón Sánchez destacó que hoy la brecha está frente a los jóvenes y junto con ella, cuestionamientos a los que deberán responder con tenacidad, constancia y compromiso. “Ustedes serán quienes decidan ¿De qué lado quieren estar? ¿Hacia dónde quieren mirar?, eso los integrará al juego de la ética, de la corresponsabilidad, de la toma de decisiones y donde deberán encontrar su lugar en la sociedad”, manifestó.

 

En este sentido el Mtro. Patrón Sánchez recordó a los y las egresadas que en ellos vive la apuesta educativa ignaciana, aquella que mira a la persona humana desde todas sus dimensiones: la profesional, afectiva, lúdica, espiritual para que desde la integralidad puedan descubrir cuál es el principio y fundamento de sus vidas.

 

“Soy enfático y se los repito, NO buscamos formar a los mejores profesionistas, queremos personas que se comprometan a transformar las estructuras de poder y de injusticia desde cada uno de sus saberes, y desde las posiciones que laboralmente ocupen”.

 

Por último, recalcó que la herencia que hoy reciben implica pensar de modo distinto, actuar desde la utopía de un mundo que es capaz de transformarse. Necesitamos hombres y mujeres, capaces de alzar la voz ante la desigualdad y estrechar lazos, de incitar un diálogo intercultural para dar marcha atrás al despojo de la tierra y de la población misma.