No pueden dejar de mirar hacia arriba. Desde hace una semana, a Consuelito y Juan lo único que les interesa es lo que pasa a 40 metros de altura, en el monstruoso edificio que tenemos justo enfrente. Aquí, las grúas poco a poco van dejando ver el rostro de una mujer con una flor en el pelo, un niño con los brazos cruzados, un caballo multicolor, una guitarra española que roza las nubes... En definitiva, un paisaje mágico que ellos mismos han contribuido a pintar y que en breve dará una nueva vida al antiguo silo de Calzada de Calatrava.