El Museo del Estaquillo abre la exposición Vasos comunicantes en el arte y la literatura, que a partir de los textos de Carlos Monsiváis y Juan García Ponce vincula la obra de los artistas que dieron vida a la cultura nacional en el siglo XX

 

(Adolfo López) Arnaldo Coen recuerda que conoció al escritor Juan García Ponce cuando él era un niño y acompañaba a uno de sus hermanos menores a jugar futbol en la calle: “Cuando las calles todavía se prestaban para jugar cascarita”.

 

Ahí comenzó una amistad que se extendió por décadas. Ambos crecieron y compartieron el placer del arte. Coen a través de la música y principalmente de la pintura; mientras Ponce comenzaba a desarrollarse como cronista, dramaturgo, ensayista y crítico literario.

 

Ambos crecieron en el mundo de la cultura y junto a otros personajes como Carlos Monsiváis, Vicente Rojo, Lilia Carrillo, Manuel Felguérez, Irma Palacios, Elena Poniatowska, Inés Arredondo y Sergio Pitol, entre muchísimos otros, formaron la que más adelante sería conocida como la Generación de la Ruptura, una ola de artistas que dejaron huella en la pintura, la fotografía, el dibujo, la escritura y el audiovisual en la mitad del siglo XX.

 

“El nombre de Ruptura no lo teníamos entonces, ese llegó mucho tiempo después”, recuerda el pintor en entrevista con El Sol de México. “En realidad a todo este grupo nos llamaban ‘La Mafia’ porque Vicente Rojo manejaba todos los suplementos culturales y a veces decidía qué literatos entraban, desde luego junto con directores como Fernando Benítez que tenían revistas como Siempre”.

 

No es que se sintieran mejores que el resto de sus contemporáneos, era sólo que respetaban al trabajo que habían realizado para lograr proyectos como la Revista Mexicana de Literatura, Vuelta o la Revista de la Universidad que crearon por iniciativa propia.

 

“Curiosamente todos veníamos de una generación que no fuimos aceptados por la Escuela Mexicana de Pintura, así que querían convertirnos en un grupo excluyente. Aunque siempre hubo un espíritu de libertad entre todos los exponentes, no importa la disciplina”, cuenta Arnaldo Coen.

 

En ese grupo no podía faltar Carlos Monsiváis, “el ajonjolí de todos los moles”, como lo describe el fotógrafo Rogelio Cuéllar. “Invariablemente aparecía en todos lados. Era el cronista que igual iba a la conferencia de Carlos Fuentes, que a la de Fernando Benítez en Ciencias políticas, en todos lados aparecía”, afirma.

 

Juan García Ponce y Carlos Monsiváis se conocieron a finales de los años 50. Y ambos, de alguna forma, se convirtieron en una especie de conexión entre los artistas de la época. A través de sus crónicas y críticas plasmaron el punto álgido de sus contemporáneos; fueron “los vasos comunicantes” de la generación de la Ruptura.

 

El Museo del Estaquillo ha decidido rendir homenaje a todos los miembros de la generación de la Ruptura a través de la exposición Carlos Monsiváis y Juan García Ponce. Vasos comunicantes en el arte y la literatura.

 

A partir del trabajo de ambos escritores, el museo conecta y exhibe una colección de 230 piezas que incluye pinturas, fotografías, dibujos, libros con dedicatorias entre los propios artistas y un sinfín de materiales audiovisuales y hemerográficos que dan una idea de la interacción entre los distintas artistas de la época.

 

Sobre todo, da muestra de cómo las galerías de exhibición y otros espacios de encuentro se volvieron el lugar ideal para generar vínculos y acrecentar la relación entre todos ellos.

 

“La exposición es un clavado al pasado. Y de alguna manera eso es como vivirlo de nuevo”, reflexiona Arnaldo Coen. “Cada vez que volteo y veo cosas como la revista Snob, que sólo tuvo siete números con las fotos de Kathy Borja, todos los suplementos culturales que hacía mayormente Vicente Rojo y demás, me da mucha emoción. Porque recordar es también vivir”, dice el pintor.

 

Carlos Monsiváis y Juan García Ponce. Vasos comunicantes en el arte y la literatura se exhibirá en el Museo del Estaquillo hasta el 24 de abril.