Fue una idea que trajo de México a Colombia la poeta María Tabares, cuenta Margarita Mejía, escritora y fotógrafa

 

Margarita Mejía es una poeta y fotógrafa colombiana. Esta autora del libro La imprecisa memoria (Ediciones Isla de los Libros, 2013) recibió la Mención de Honor del concurso Ediciones Embalaje por el libro Al salir de este fuego. Su obra fotográfica se ha exhibido en diversas exposiciones dentro y fuera de Colombia, como en el Festival de Fotografía de Avintes en Portugal. Charlamos con ella en torno a su quehacer artístico.

 

-Perteneciste a la Comunidad del Megáfono, en Colombia. ¿Cómo fue tu participación en esta comunidad y cuáles fueron sus alcances?

 

La Comunidad del Megáfono tenía como finalidad leer poesía en voz alta en sitios públicos usando un megáfono, compartiríamos poesía con quien estuviera dispuesto a escuchar. Fue iniciada por la poeta María Tabares, quien trajo de la idea desde México, ella había pertenecido a un colectivo llamado “Las poetas del megáfono”. Al llegar a Colombia retomó el proyecto y lo abrió a todos los poetas que desearan participar, especialmente a las nuevas voces. Leíamos en librerías, museos, bares, cafés, casas, en cualquier lugar donde se nos permitiera. Algunas veces, cuando las librerías eran muy pequeñas, leímos afuera para la gente que entraba o pasaba por allí. Leímos en parques, en la calle, bajo el sol o con lluvia. Cuando los poetas invitados terminaban su ronda, se abría el megáfono al público; quien tuviera un poema o texto corto guardado y deseara leerlo podía levantar la mano. Siempre aparecían espontáneos. Fue un tiempo generoso. Algunas veces leímos con músicos, en festivales y con otros colectivos de la ciudad como La Raíz Invertida o los Impresentables. No hubo límites, ni recelos, cualquiera podía leer con el megáfono. Mi participación en el grupo fue como poeta y colaboradora. Al igual que todos los que pertenecimos a la Comunidad del Megáfono organicé lecturas colectivas. En ocasiones nos unimos a otras iniciativas como al Performance Imagen y Palabra durante la feria de Arte La Otra en 2010, en el cual doce poetas y doce dibujantes estuvimos por doce horas encerrados en una vitrina produciendo poemas y dibujos, y pegándolos en el vidrio para ser vistos y leídos desde afuera. Participamos de la Lectura Mundial por Ciudad Juárez en el 2011, que se hizo en solidaridad con las poetas y los poetas de esa ciudad, en respuesta a los múltiples asesinatos cometidos allí. También hicimos parte del festival Edita, en Punta Umbría España con una lectura colectiva de la Oda Marítima de Fernando Pessoa frente al muelle de la Ría. La última vez que nos reunimos fue hace cuatro años en una lectura titulada: Poesía sin fronteras.

 

Eres autora de al menos dos libros de poesía, en donde intercalas el paisaje físico con el emocional e intelectual, con sus luces y sombras. ¿Cómo ha cambiado tu poesía a lo largo del tiempo?

 

Escribo desde la entraña, el paisaje exterior aparece trenzado con las emociones. He escrito sobre la tristeza y el dolor, sin llamarlos tristeza o dolor, como en el poema titulado Oración a la sal. He escrito sobre el cuerpo y las trasformaciones del yo dentro de él. He escrito sobre el miedo y sobre la voz poética. He escrito sobre el silencio mencionando un remolino de piedras. He escrito sobre los sueños y lo efímero. Las fuerzas de la naturaleza aparecen en mis poemas desde una visión intimista. Los momentos en los que he puesto discurso a mi trabajo poético han sido periodos académicos de mi vida en los que he tenido que argumentar el porqué de un determinado proyecto, casi siempre poético-fotográfico. En cuanto al cambio en mi poesía de hoy con relación a la poesía de los dos libros anteriores, quizá tiene que ver con la aparición de nuevos temas, uno de ellos es la familia, otro la infancia y el tercero es el nacimiento de poemas de tipo documental.

 

También has sido una fotógrafa destacada, con premios y exhibiciones en diversos lugares. ¿Cómo conjugas el trabajo poético con la poesía de la imagen fotográfica?

 

Bueno, para mí hay una relación orgánica entre ambas disciplinas. Voy a ilustrar tu pregunta con un ejemplo. Durante un tiempo estuve realizando una serie de fotografías sobre el mar nocturno. Llegué a pasar un mes completo en la isla de Providencia intentando capturar ese mar oscuro cada noche, empleando la velocidad lenta de mi cámara puesta sobre un trípode. Intentaba con ese gesto penetrar lo impenetrable, llevada por una fuerza irresistible. Me atraía la oscuridad, el sonido y lo que no podía ver o asir. Fueron momentos contemplativos, casi meditativos, pero también momentos que anticiparon un largo duelo. Algunos dirán ¿y qué sentido tiene? Quizá uno simbólico, ese gesto fue la respuesta creativa a motivaciones que sobrepasaban mi razón. Los poemas que escribí en ese tiempo tuvieron el mismo fondo: la oscuridad del agua. Y las imágenes que resultaron son espacios para el pensamiento, poemas visuales. Entonces, para mí la poesía y la fotografía comparten un solo cuerpo, el mío.

 

Sé que estás viviendo en Texas, en donde estudiaste la maestría en Escritura Creativa. Cuéntame sobre los proyectos de escritura que desarrollaste durante este tiempo de estudios.

 

Sí, terminé mi Maestría en Escritura Creativa en la Universidad de Texas en El Paso. Un lugar geográfico particular porque es la frontera entre Estados Unidos y México donde se vive un ambiente cultural muy especial e híbrido entre las culturas americana y mexicana, que da como resultado una comunidad realmente bilingüe. Estar allí te pone además en contacto con la realidad de los inmigrantes que cruzan la frontera desde Centroamérica, que están viviendo situaciones duras y eso te confronta. Para mí el hallazgo más significativo durante la maestría fue descubrir la poesía documental, un género nacido en Estados Unidos durante la década del 50, que se ha desarrollado en México por autoras como Cristina Rivera Garza, Sara Uribe, Yolanda Segura; y en Estados Unidos por autoras como Jena Osman, Muriel Rukeyser, Natasha Trethewey entre otras y otros. Conocí libros que realmente abrieron mi mente porque se nutren de documentos históricos o personales y utilizan recursos visuales como fotos, diagramas, mapas y archivos documentales, produciendo textos enriquecidos que se salen de los límites tradicionales de la poesía. Entonces en medio de este contexto híbrido estuve escribiendo un libro de corte documental inspirado en mi abuela paterna, en el cual usé fotografías y documentos, y además combiné poesía y prosa.

 

 

 

Un poema de esta autora

 

Oración a la sal

 

Sal marina redentora

 

si es verdad que purificas

 

 y tienes poder para sanar

 

haz que la marea

 

derramada por mis ojos

 

lave mis malos augurios

 

riegue el mundo

 

lo transforme

 

y lo malo

 

se lleve lejos.