El México independiente “va a reivindicar lo que era aquel México, principalmente, la glorificación del mexica, señala Eduardo Matos Moctezuma en la inauguración de ciclo en El Colegio Nacional

 

La glorificación del mexica inició en el periodo del México Independiente y la decisión que tomó Eduardo Matos Moctezuma al no reconstruir los edificios del Templo Mayor cuando fueron hallados y excavados por investigadores del Proyecto Templo Mayor fue para evitar la creación de mitos, expresó el arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma durante la conferencia Tras las huellas de los mexicas, impartida ayer en El Colegio Nacional.

 

“¿Qué llevó a los insurgentes a querer reivindicar a aquel mexicano prehispánico? y ¿por qué se tomó al mexica como centro de esto? Precisamente porque el mexica fue quien enfrentó a las tropas de Hernán Cortés y a miles de indígenas que apoyaron a Cortés para librarse del yugo mexica”, comentó el también Premio Crónica.

 

Por tanto, debido a que los mexicas fueron quienes enfrentaron a los españoles y como en 1821 “la patria volvía a ser independiente, se tomó el símbolo mexica del águila sobre el nopal en medio del lado Texcoco”.

 

Esto es querer ver a la nueva nación con unas raíces profundas en aquel México negado y destruido por España, indicó el arqueólogo. “Acudieron, en ese entonces, al mexica como símbolo anterior; ahí empezó esta presencia fundamental del mexica y muchos de sus dirigentes se convirtieron en héroes por su posición ante España”.

 

Sin embargo, “no se tomó en cuenta que el mexica había sido un grupo que había creado un imperio imponiéndose a otros grupos indígenas para explotarlos y aplicarles un tributo, esto queda hecho a un lado para darle cabida a la presencia de la naciente nación”.

 

En palabras de Matos Moctezuma, el México independiente “va a reivindicar lo que era aquel México, principalmente, la glorificación del mexica”.

 

El también investigador emérito del INAH detalló en su charla la importancia de un libro pionero para la arqueología mexicana que fue reeditado durante la época de la Independencia: Descripción histórica y cronológica de las dos Piedras que con ocasión del nuevo empedrado que se está formando en la plaza principal de México, se hallaron en ella el año de 1790, de Antonio de León y Gama.

 

El libro, como su nombre lo indica, es el primer análisis científico hecho a la Piedra del Sol y a la escultura monumental de la Coatlicue, halladas en 1790 en lo que hoy es el Zócalo de la Ciudad de México.

 

Tras la Independencia, hacia 1825, se estableció el Museo Nacional Mexicano por órdenes del presidente Guadalupe Victoria, en el cual mucho tuvo que ver Lucas Alamán, ministro del México Independiente, quien también influyó en que se volviera a publicar el libro De León y Gama en 1832, añadió Matos Moctezuma.

 

El miembro de El Colegio Nacional narró cómo las posteriores publicaciones sobre la historia del país y de las investigaciones arqueológicas tenían de portada la Piedra del Sol, también platicó cómo la escultura de Cuauhtémoc sobre Avenida Paseo de la Reforma fue colocada durante el porfiriato, a finales del silgo XIX. Es decir, cómo la presencia del mexica enfrentando a las fuerzas españolas se siguió destacando con el paso del tiempo.

 

Después de recordar los trabajos de Leopoldo Batres y Manuel Gamio en lo que hoy es la zona arqueológica de Templo Mayor, Matos Moctezuma recordó que el 21 de febrero de 1978, trabajadores de la compañía Luz y Fuerza realizaban labores en la calle de Guatemala cuando dieron con la monumental escultura de la Coyolxauhqui.

 

 A partir de ese momento, el arqueólogo creó el Proyecto Templo Mayor que hasta hoy se mantiene.

 

“Llevamos 43 años de trabajo ininterrumpido en relación al Templo Mayor. Un principio que establecí es que no se iba a reconstruir el edificio (del Templo Mayor) sino que se iba a respetar tal y como fuera saliendo para no mitificar lo que era el edificio mismo porque su propia destrucción era un dato histórico”, dijo.

 

LABOR. Eduardo Matos Moctezuma platicó que tardaron más de cinco años en liberar la pirámide principal del Templo  Mayor y, por tanto, en conocer las ofrendas asociadas al recinto ceremonial.

 

“Cada que los mexicas querían agrandar sus templos cubrían las construcciones anteriores. El edificio en su última etapa de construcción llegó a tener más de 82 metros de lado y 45 metros de altura”, dijo.

 

El arqueólogo reconoció que la permanencia del Proyecto Templo Mayor se debe al excelente trabajo de sus colegas.

 

“Yo sólo puse un granito, mis colegas –que escucharán en la semana– han puesto montañas”.