En su libro El asedio animal recopila la represión contra la gente que ha sido constante en Latinoamérica

 

Los manifestantes que reciben disparos de perdigones en los ojos dejándolos ciegos, un militar que viola a las niñas que viven en la Sierra Nevada de Santa Marta y el ecocidio del Río Cauca, son hechos que azotan a Colombia y que la escritora Vanessa Londoño (Colombia, 1985) recupera en su libro El asedio animal (Almadía).

 

“Hay una intención de recorrer un territorio, hay una apuesta por entender que una novela también puede ser la construcción de un territorio más que una cronología. ¿Qué es lo que comunica a los distintos personajes de la novela? pues que comparten una geografía en común y esos son los personajes que habitan el territorio que se está tratando de construir”, asegura la autora.

 

La obra ganadora del Premio Internacional de Literatura Aura Estrada 2017 habla de un territorio que puede ser Colombia o cualquier país de Latinoamérica, además la mayoría de sus personajes sufrieron mutilaciones, algunos no tienen piernas, otros lengua y ojos.

 

“El libro recopila algo que se ha dado mucho en Latinoamérica: la represión hacia la gente con disparos de perdigones a los ojos y que han hecho que muchos manifestantes, en este momento en Colombia, pierdan la vista por cuenta de esa represión militar. Hay una relación entre cada pérdida de un miembro del cuerpo con la geografía en la que estoy porque Colombia es un territorio violento”, expresa.

 

¿Por qué ubicar esas mutilaciones en zonas rurales?

 

Si uno se fija en los personajes, quienes siempre están perpetrando la violencia son agentes externos aprovechándose de la vulnerabilidad de ciertas comunidades. Observo en todos los casos que son sometidas a la concentración de poder de un colono que es como llamamos en Colombia a los blancos que han ido hacia la periferia y se han instalado ahí y están siendo perpetradores de violencia.

 

En uno de los capítulos del libro, Londoño narra cómo todas las niñas de un pueblo son vendidas a un señor.

 

“La violencia hacia las niñas tiene un eco con una historia real que sucedió en Colombia. Un paramilitar que se llama Hernán Giraldo con mucho poder en la Sierra Nevada de Santa Marta violó a todas las niñas en la región y ellas eran, por defecto, de su propiedad. Ahí nuevamente entra la violencia del hombre blanco hacia las comunidades y los lugares donde están las comunidades más vulnerables”, comenta.

 

El deslave que narras en la novela ¿se inspira en un hecho real?

 

Tiene dos referentes importantes en la historia reciente de Colombia. Uno es el deslave que en 2017 ocurrió en Mocoa, una ciudad periférica muy olvidada y una ciudad que recibe mucho desplazamiento, entonces estas personas desplazadas se revictimizan porque llegan en condiciones tan precarias que se instalan casi sobre el caudal del rio y al ocurrir el deslave quedó borrada toda la ciudad.

 

 “Un año después, la represa Hidroituango –de las más importantes– se inundó y generó un ecocidio terrible sobre el Río Cauca. El diagnostico que se hizo es que ese desastre tardará 20 años en sanar y recuperarse. Ambos hechos están rondando en la historia”, responde.

 

 La también ganadora del Premio Nuevas Plumas de la FILGuadalajara expresa que el deslave narrado en el libro también tiene una influencia de Juan Rulfo. “Me encanta que en Pedro Páramo llueve toda la novela, es algo que noté después de la quinta vez de haber leído el libro y me quedó sonando”.

 

Mencionas que la conducta del humano es estar desarmonía

 

Ésa es una postura del hombre occidental, hay otras culturas que saben convivir con la naturaleza y lo han hecho durante miles de años, por ejemplo, los pueblos nativos en América.

 

ESCRITURA. La escritora Diamela Eltit, ganadora del Premio Internacional Carlos Fuentes, fue profesora de Vanessa Londoño y a quien la joven autora le debe un proceso de madurez en su narrativa.

 

“Hice la maestría en escritura creativa y tomé dos seminarios de ficción con ella. Después de ese taller empecé a escribir unos textos que permanecen en el libro. Ella me ayudó a entender que todos los ejercicios de escritura que había hecho antes tenían que ver con un proceso de depuración y desprendimiento”, señala.