Las figuras relevantes del análisis en las letras mexicanas son Alfonso Reyes y Octavio Paz, explica

 

Sebastián Pineda Buitrago es un joven ensayista y académico colombiano que vive en México desde que llegó a estudiar el doctorado en Literatura por El Colegio de México. Recientemente ganó el XII Premio Juan Andrés de Ensayo e Investigación en Ciencias Humanas que otorga el Instituto Juan Andrés de Comparatística y Globalización de la Universidad de Alicante, España, por su ensayo “La crítica literaria hispanoamericana (una introducción histórica). A propósito del premio charlamos con él.

 

Con base en tu ensayo ganador, ¿cuál es la importancia de la crítica literaria hispanoamericana?

 

La crítica nos vino de Grecia, dijo Alfonso Reyes en La crítica de la edad ateniense (1941), uno de los más bellos libros de crítica que se hayan escrito en Hispanoamérica. La crítica literaria está unida a la historia del ser. La República de Platón, toda la teoría del Estado, comienza siendo un comentario a Homero: una crítica a la oralidad de los rapsodas en virtud de que asuman la escritura alfabética que es la condición de la ontología y de la política. Así, la importancia de la crítica literaria es crucial para Hispanoamérica. Más que la épica o la lírica, entre nosotros primero se cultivó la crítica. Los cronistas de Indias y juristas de la Universidad de Salamanca, ante la Conquista de América, se dieron a un ejercicio de comparatística con la historiografía grecorromana y bíblica. Desde entonces compararnos con Europa y luego con Estados Unidos o incluso con Asia ha sido una costumbre constante en Latinoamérica, y tal costumbre revela un ejercicio crítico que nos recuerda que fuimos inventados (“colonizados” no es la palabra exacta), y que solo un permanente ejercicio de relectura y comentarios de esas relecturas (de crítica literaria) podrá revelarnos quiénes somos. Son los críticos literarios barrocos del siglo XVII, Juan Espinosa Medrano, el Inca Garcilaso, Sor Juana, los primeros en adquirir una "conciencia" americana a fuerza de comentar a Góngora, a los cronistas de Indias, a la patrística cristiana. En mi libro procuro hacer notar que la crítica cultural es una dimensión de la crítica literaria.

 

¿Qué aportes hay en torno a la crítica literaria en México?

 

Las figuras relevantes de la crítica literaria mexicana son Alfonso Reyes y Octavio Paz. ¿Son ellos figuras solitarias o provienen de una tradición y crean una continuidad? Las notas de José Emilio Pacheco en Proceso, que hacen de él uno de los mejores críticos mexicanos de la segunda mitad del siglo XX, son una continuidad de las marginalias de Reyes. Adolfo Castañón y Christopher Domínguez Michael nunca han dejado de considerarse discípulos de Paz. Evodio Escalante recuerda el tono de Jorge Cuesta. Monsiváis prácticamente es un precursor de los "estudios culturales" sin abandonar la literatura. Margit Frenk y Antonio Alatorre quisieron aplicarse a una filología más rigurosa, y en ello tienen antecedentes decimonónicos en Joaquín García Icazbalceta (1825-1894) y Francisco Pimentel (1832-1893). En adelante, el género predominante de la literatura mexicana es también el Ensayo, que según el teórico Lukács es el de la Crítica.  El laberinto de la soledad (1950) esconde en realidad una crítica literaria del teatro novohispano (Ruiz de Alarcón), de la poesía romántica (Novalis). Paz, a partir de un poema de Reyes ("La tonada de la cierva enemiga"), construye la idea de las máscaras mexicanas. La crítica literaria está en busca del ser, es decir, de una ontología política que depende de un texto.  

 

¿Cuáles son las conexiones entre la crítica que hoy se hace en las diferentes regiones de Hispanoamérica?

 

La crítica literaria de México y de Perú están conectadas con la arqueología (tienen un subsuelo filológico náhuatl y quechua). Este subsuelo llevó a cierto determinismo por parte de Mariátegui en Siete ensayos de interpretación sobre la realidad peruana (1928) bajo la suposición marxista de que el indígena podría extrapolarse al sujeto proletario soviético. El famoso libro de Miguel León Portilla, La visión de los vencidos (1959), ¿podría considerarse crítica literaria? Yo creo que sí. Conecta con el subsuelo filológico náhuatl desde un sentimiento poético, literario, más que estrictamente arqueológico o histórico.  Pero ya Reyes, tanto en Visión de Anáhuac (1917) como en el Discurso por Virgilio (1933), advertía el peligro de las "visiones del vencimiento". Hay que tener un ideal de victoria, pedía. Este "ideal de victoria" y "superación" se notan en la crítica literaria argentina y chilena, cuyas condiciones geopolíticas permitieron un diálogo más fluido con el resto de Europa. Buena parte de la obra de Borges es crítica literaria, al grado de que sus mejores ficciones ("El Aleph") son autoparodias del erudito o del crítico. Entre las mujeres, las mejores críticas literarias son argentinas: María Rosa Lida de Melkiel, Beatriz Sarlo, Josefina Ludmer.  “Gobernar es educar”, la gran idea de Sarmiento es retomada en 1920 por José Vasconcelos (el fundador de la SEP y de las grandes bibliotecas públicas. Por otra parte, los críticos originarios del Caribe o las antillas, empezando con el cubano José Martí y siguiendo con el dominicano Pedro Henríquez Ureña, escribieron casi toda su obra prácticamente en el exilio, y esta característica los hace más continentales. Desde el país más pequeño de Hispanoamérica, Uruguay, salieron grandes críticos continentales: Rodó, Ángel Rama, Rodríguez Monegal. Uno de los críticos literarias más polémicos de la segunda mitad del siglo XX es el colombiano Rafael Gutiérrez Girardot.