HISTORIA. Díaz del Castillo y Prescott dibujan a un Hernán Cortés belicoso, pero de profundos sentimientos. Se señala que en algunos episodios lloró Cortes, el más conocido es durante la Noche Triste, pero también hay otros momentos: lloraba por la muerte de sus capitanes indígenas porque los consideraba sus amigos

 

La viruela que azotó al centro de México en 1520 no sólo terminó con la vida del tlatoani mexica Cuitláhuac, también provocó la muerte de Maxixcatzin, un tlatoani tlaxcalteca cuya partida, según narran las fuentes, hizo que el conquistador español Hernán Cortés llorara profundamente.

 

¿Quién fue Maxixcatzin? Crónica responde la pregunta a través de la voz de Emmanuel Rodríguez López, egresado del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS) y profesor-investigador de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.

 

LLANTO DE CORTÉS. Días previos a la construcción de los bergantines (en marzo de 1521) y de la posterior toma de Tenochtitlan, las crónicas apuntan que el señor de Ocotelulco, Maxixcatzin, murió a causa de la viruela, noticia que Hernán Cortés la sintió “como si fuera la de su padre”, por lo que –el conquistador– al llegar a Tlaxcala después de la derrota de la Noche Triste, impuso como heredero al hijo del tlaxcalteca: Lorenzo Maxixcatzin, de doce años de edad.

 

-¿Es cierto que Cortés lloró su muerte?

 

-Díaz del Castillo y Prescott dibujan a un Hernán Cortés belicoso, pero de profundos sentimientos. Se señala que en algunos episodios lloró Cortes, el más conocido es durante la Noche Triste, pero también hay otros momentos: lloraba por la muerte de sus capitanes indígenas porque los consideraba sus amigos.

 

“Saber si lo hizo o no, es muy arriesgado. Aunque es probable que llorara por Maxixcatzin porque, por estrategia, habían establecido buenas relaciones”, responde Rodríguez López.

 

Este gobernante tlaxcalteca murió en 1521 al contagiarse de viruela.

 

“Cuando se hizo el primer golpe contra Tenochtitlan hubo una gran mortandad debido a la viruela. Entre tantas muertes se sumó la de una hija de Maxixcatzin: doña Elvira, quien había sido casada con un soldado español, acompañante  de Hernán Cortés: Juan Velázquez de León. Ambos murieron en el asedio mexica de Templo Mayor de 1520. Mientras tanto, en la ciudad de Tlaxcala ya había caído enfermo Maxixcatzin”, detalla el investigador.

 

-¿Cortés siempre regresó a Tlaxcala triunfante o derrotado?

 

-Primero regresó derrotado en 1520, pero después, el 15 de agosto de 1521 llegaría victorioso gracias al titánico apoyo de sus “amigos” los tlaxcaltecas. Algunos dicen que los tlaxcaltecas fueron traidores, pero eso es totalmente infundado si se considera que el territorio mesoamericano que encontró Hernán Cortés estaba conformado por un mosaico de señoríos con conflictos internos y alianzas entre sí.

 

“Otros, más moderados, equipararon a los tlaxcaltecas como “alcahuetes”, y sí, así fue, en el sentido más amplio. Los tlaxcaltecas tuvieron la oportunidad de terminar contra los españoles que habían llegado cansados, devastados de Templo Mayor, el mismo Hernán Cortés –relatan– perdió movilidad en dos dedos de su mano izquierda…en ese estado de salud y psíquico, los tlaxcaltecas bien pudieron atacarlos, sin embargo, los cuidaron, sanaron sus heridas y los apapacharon por tres meses en lo que recobraban fuerzas”, indica.

 

TRES SIGLOS DE LEGADO. Maxixcatzin fue uno de los cuatro señores más poderosos de Tlaxcala prehispánica, según precisan las crónicas. Al momento de la llegada de los españoles al país, Maxixcatzin pensó que su pueblo debía negociar para que los tlaxcaltecas se asumieran como conquistadores.

 

“Algunos historiadores atribuyen conversaciones entre Maxixcatzin y Hernán Cortés sobre su fidelidad, Prescott retoma a Bernal Díaz del Castillo y señala que hubo una conversación entre ambos donde Maxixcatzin dijo: ambos tenemos los mismos agravios porque ya has tenido afrenta de parte de los mexicas, tenemos que ser aliados y fieles amigos”, señala Rodríguez López.

 

Desde ese momento, la alianza se demostró no sólo de palabra, sino con la entrega de las hijas del tlaxcalteca para sellar el pacto, añade.

 

“Otra señal es que siempre estuvieron al socorro de las huestes invasoras, ayudándolos cargándoles sus cosas, señalándoles el camino, sirviendo de espías, curando sus heridas y siempre orientándolos. Pero nunca, como señala Andrea Martínez Baracs, en una posición sumisa, sino a la par, como conquistadores. No conquistados, sino conquistadores”, expresa el investigador.

 

La alianza con los españoles les dio privilegios a los tlaxcaltecas.

 

“A los miembros de la nobleza se les permitió montar a caballo, vestir como españoles, usar espada y arcabuz, ser nombrados don o doña y seguir en la administración del poder local, cooptar el poder, establecer relaciones con el mismo rey, a veces se podían brincar al virrey, y que no existieran encomenderos. Fueron parte de los privilegios que se les dieron resultado de la alianza”, destaca Rodríguez López.

 

De esa manera, el linaje de los Maxixcatzin se extendió por más de tres siglos

 

“Desde el golpe de estado liderado por pochteca cholultecatl Tlacomihuatzin en el periodo prehispánico, hasta el poderoso Maxixcatzin Tianquiztlahtoatzin, tlahtoani de Ocotelulco que pactó con Cortés. Durante el siglo XVI los hubo funcionarios (regidores perpetuos y gobernadores) y otros terratenientes, como el famoso pilli don Luis Pimentel Maxixcatzin emparentado con el linaje de Texcoco que tenía tierras en la zona de Huamantla a inicios del siglo XVII”, indica.

 

Y aún en el siglo XIX destacó el coronel y gobernador del estado, Miguel Lira y Ortega y en el siglo XX, su nieto, el literato Miguel N. Lira