PATRIMONIO. En 2019, el GALA entregó al presidente López Obrador una serie de propuestas para conservar lenguas originarias, pero fueron ignoradas/ No puede haber su reivindicación si no se escriben: Antonio Flores.

 

En 2019, nació el Grupo de Acompañamiento de Lenguas Amenazadas (GALA), es decir, la unión de investigadores mexicanos preocupados por la muerte de las lenguas indígenas y por el fracaso de las políticas públicas multilingües. En ese mismo año, dichos expertos presentaron al presidente Andrés Manuel López Obrador algunas propuestas para evitar el lingüicidio en el país, no obstante, el documento fue ignorado.

 

“GALA surgió a raíz de conversaciones con amigos. Cuando entró López Obrador al poder había una euforia popular que contagió a mucha gente y que hoy en día ha venido disminuyendo. Se le hizo una carta al presidente con seis mil firmas a favor de la diversidad, de que se cambiara la política”, narra José Antonio Flores Farfán, investigador del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS).

 

Paralelo a ello, los integrantes de GALA realizaron un documento ejecutivo con propuestas concretas, basadas en reuniones de expertos mexicanos, la cual entregaron a Juan Gregorio Regino, director del Instituto Nacional de las Lenguas Indígenas (INALI) y a López Obrador. Sin embargo, “nunca se hizo algo”, agrega el investigador.

 

“Eso es un fallo muy serio que tiene el sistema porque si esos insumos e investigación no se recuperan para desarrollar un trabajo de política pública más sustentada, las acciones se vuelven muy limitadas y se refleja en las instituciones”, destaca Flores Farfán.

 

El actual coordinador del Laboratorio de Lengua y Cultura “Víctor Franco Pellotier” del CIESAS, director de Linguapax América Latina, investigador huésped de la Universidad de Ámsterdam y miembro de la Academia Mexicana de Ciencias, señala que no puede haber reivindicación de las lenguas si éstas no se escriben, si no se cultivan y si no se producen materiales.

 

“En las escuelas no hay espacio para las lenguas, por más discursos pomposos que puedan existir o por más instancias y secretarías que se creen, se quedan muy cortas ante el desafío”, opina Flores Farfán quien aclara que sus comentarios los hace con un sentido de crítica constructiva.

 

“Queremos ser constructivos pero nos hemos encontrado con mucha negligencia institucional desde Presidencia de la República hasta sus allegados: Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas (INPI) e INALI. Estuvimos en una mañanera, entregamos ya 20 veces los documentos y al final no hacen nada, están muy rebasados. No hay mala fe pero la acción más contundente de política pública a favor de las lenguas mexicanas es muy pobre, limitada y severamente paralizada”, indica.

 

Para el investigador, las acciones que impulsa el gobierno en materia de lenguas indígenas son aisladas.

 

“Ahora el INALI tiene una convocatoria de cómic y novela gráfica, no está mal, pero se necesita un programa más sólido, de más planeación. Toda la burocracia resulta tortuosa, a veces no queremos perder tiempo y mejor vamos con la gente  a trabajar, con los niños, a hacer libros, a hacer rap y son jarocho en náhuatl, esas cosas son más edificantes”, expresa.

 

Desde el CIESAS, Flores Farfán trabaja con acervo digital de lenguas indígenas, sobre todo las mexicanas, a favor de su mantenimiento, desarrollo, defensa y su enaltecimiento, por ejemplo, el número 345 de la revista Ichan Tecolotl estuvo dedicado a las lenguas originarias con miras al Decenio de las Lenguas Indígenas 2022-2032, decretado así por la UNESCO.

 

“Con las comunidades hacemos autorías originarias, trabajamos con los niños y jóvenes, acompañamos procesos que ya están ahí, en las comunidades, y apoyamos esos movimientos, los nutrimos con insumos de investigación, producción, diseño, arte y medios; logramos elevar el movimiento y suplir carencias que son fortísimas”, detalla.

 

Una de esas carencias, añade, es que el sistema no produce, por ejemplo, material educativo apropiado para los niños.

 

“La escuela es un lugar que cercena. Por más que se diga que hay una educación bilingüe, los niños sólo tienen unas horas de lengua indígena como si fuera una materia cuando la lengua debería estar en el centro. Si tú eres un sistema de educación indígena, tendría que ser todo en la lengua como lo hacen en países como Nueva Zelanda. En México no hay espacios para las lenguas”, comenta Flores Farfán.