Antes de morir, nos encargó finalizar traslado del náhuatl al español los capítulos 15 y 16 del libro V y ahora traduciremos el libro VI que dejó inconcluso: Francisco Morales

 

Antes de su muerte, Miguel León-Portilla (Ciudad de México, 1926-2019) encargó a dos de sus amigos terminar la paleografía y traducción del náhuatl al español de los capítulos 15 y 16 del libro sexto del Códice Florentino.

 

“Antes de que falleciera tuvimos que revisar un trabajo importante acerca de la traducción de Visión de los vencidos, Juan Carlos Torres y yo lo hicimos. Luego realizamos la traducción de La huida de Quetzalcóatl que también ya está editada. Después, vino la enfermedad de Don Miguel, pero antes nos encomendó que hiciéramos la traducción del capítulo 15 y 16 del Códice Florentino”, narra el historiador Francisco Morales Baranda.

 

 En entrevista con Crónica, el también nahuatlato y traductor de León-Portilla platica que el trabajo del Códice Florentino lo iba a realizar el propio Miguel con apoyo de sus alumnos, sin embargo, su hospitalización y posteriormente su muerte, hizo que él y su colega, el historiador Juan Carlos Torres, asumieran esa labor.

 

“Ya lo entregamos a la doctora Pilar Máynez y al doctor Rubén Romero. Ahora se nos ha encargado continuar ese trabajo que Don Miguel dejó inconcluso por su muerte, entonces haremos los capítulos siguientes del libro VI del Códice Florentino que él dejó inconclusos”, indica.

 

Sobre el Códice Florentino se sabe que en 1558 los franciscanos le comisionaron a Fray Bernardino de Sahagún escribir en lengua mexicana aquello que pudiera ser útil para mantener la 'cristiandad de estos naturales de la Nueva España'. Sahagún se reunió con los antiguos señores y sabios para condensar en 12 libros, los datos de deidades, fiestas, astrología, filosofía, gobierno, costumbres, flora, fauna y episodios del encuentro con españoles.

 

En específico, el libro VI fue traducido en el Seminario de Cultura Náhuatl del Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM por contener los huehuetlahtolli, o bien, testimonios de la antigua palabra.

 

SOLIDARIO. Francisco Morales Baranda conoció a Miguel León-Portilla en El Colegio Nacional en 1974. En esa ocasión iba acompañado de sus amigos: Librado Silva, Paciano Blancas e Isidoro Meza, todos originarios de Santa Ana Tlacotenco, Milpa Alta.

 

“Habíamos organizado un círculo social y cultural en la comunidad de Santa Ana Tlacotenco con el objeto de realizar estudios e investigaciones con la lengua náhuatl, pero no teníamos quien nos apoyara, tocamos varias puertas en la Secretaría de Educación Pública y en otros lugares, pero se nos rechazaba. Entonces pasando por la calle donde está El Colegio Nacional vimos un cartelón que decía Conferencia magistral de Miguel León-Portilla: La importancia del náhuatl”, recuerda.

 

Morales Baranda y sus amigos entraron a la conferencia y al término de ésta, se acercaron a León-Portilla para plantearle sus proyectos.

 

“Nos comunicamos en náhuatl, le dio mucho gusto y nos citó al día siguiente en la UNAM. Nos recibió muy amable. Estuvimos en el seminario donde había alumnos e incluso, extranjeros, nos presentó y al final, ¡sorpresa!, a cada uno nos obsequió libros relacionados con la literatura náhuatl”, narra.

 

León-Portilla les dio la tarea de leer los libros en una semana para que le compartieran sus opiniones.

 

MILPA ALTA NAHUA. “En los 80 del siglo pasado tuvimos con la ayuda de Miguel León-Portilla, la idea de organizar encuentros de escritores en Santa Ana Tlacotenco. Así se hizo hasta 1994”, platica Morales Baranda.

 

El historiador cuenta que a esa comunidad de Milpa Alta llegaron escritores hablantes del maya, mixteco, zapoteco, tzotzil y náhuatl de Veracruz, Puebla, Guerrero y Morelos.

 

“Se leían las obras que habían escrito, siempre con la presencia de Miguel León-Portilla y su esposa Chonita. Ellos siempre nos acompañaron en esa labor cultural que perdura hasta hoy porque llevamos 50 años organizando concursos de declamación en náhuatl”, comenta.

 

-¿León-Portilla le pedía apoyo en la traducción?

 

-El primero de los compañeros que le ayudó fue Librado Silva. Después, el doctor me invitó en 1994. Trabajamos Librado y yo, con la tutela de Don Miguel, en traducir y hacer un análisis paleográfico de una obra de mediados del siglo XVI: Cantares Mexicanos.

 

“También invitó a investigadores como Thomas Smith y Pilar Máynez, en fin,  éramos alrededor de 13 compañeros que trabajamos de manera conjunta de 1994 hasta 2011”, responde.

 

Morales Baranda recuerda a Miguel León-Portilla como un humanista. “Fue ante todo, un humanista, un filósofo, un poeta, un lingüista. Aprendimos mucho con él y con su forma de tratar. Era muy sonriente en sus conferencias, siempre las dictaba de manera agradable al público”.