Me quedé de piedra cuando leí en el periódico que un equipo de la Universidad de Harvard había encontrado la prueba de por qué el estrés aumenta las probabilidades de sufrir enfermedades cardíacas e ictus. Fue como si toda mi vida pasara delante de mí. Me leí el artículo en Lancet y efectivamente, estudiaron 293 personas, de 55 años de edad media, durante 3,7 años. En los 22 pacientes que padecieron un ataque cardíaco, angina de pecho, insuficiencia cardíaca, ictus o enfermedad arterial periférica, vieron que con imágenes de tomografía por emisión de positrones, las personas con unos niveles elevados de actividad en la amígdala (región del cerebro vinculada con el estrés, que no las famosas anginas de nuestra infancia), tenían un riesgo más elevado de enfermedad cardíaca e ictus.

 

En ese momento recordé los malos momentos sufridos, las palabras dañinas, el estrés y la razón que tiene mi marido, qué aun no siendo médico, siempre me decía que todo eso pasaba factura.

 

Simultáneamente, un estudio alemán en 3.428 hombres, seguidos durante 10 años, ha comprobado que el 15,2% de las muertes por patología cardiovascular, estaba asociada a la depresión, comparable a la causada por otros factores de riesgo como la hipercolesterolemia, la obesidad y el tabaquismo.

 

Y por si no fuera suficiente, el British Medical Journal acaba de publicar un estudio sobre 16 estudios prospectivos realizados en Inglaterra y Escocia, donde se evidencia que la ansiedad y la depresión, podrían incrementar el riesgo de morir de ciertos tipos de cáncer, con la cautela a la hora de interpretar los estudios observacionales. Comprobaron en 163.363 hombres y mujeres, inicialmente sin diagnóstico de cáncer, a los que se realizó un seguimiento medio de casi 10 años, de los cuales 4.353 fallecieron por cáncer, que aquellos con los niveles más altos de distrés psicosocial (ansiedad y depresión), fallecían más por leucemia, cáncer de colon, esófago, páncreas y próstata.

 

Todos estos estudios plantean que el estrés crónico es un factor de riesgo importante en las enfermedades cardio y cerebrovasculares y probablemente el cáncer, y que igual que controlamos otros factores de riesgo vascular como la hipertensión, hipercolesterolemia y diabetes, habría que prevenir el estrés, sobre todo en el ámbito laboral, donde por la crisis económica actual, parece que todo sirve. El trabajo puede ser salud, pero el fin no justifica los medios.

 

Pero como decía Mario Benedetti : "No te rindas, aún estás a tiempo", aunque el cerebro no aprende de lo malo, sólo de lo bueno. Habrá que entrenarse en controlar el estrés.