A pesar de que se trata de una complicación del herpes zóster poco frecuente, cuando afecta a la zona ocular puede provocar importantes daños visuales.

 

¿Sabe lo que es el herpes zóster? Si se hiciera este pregunta entre la población, probablemente la respuesta mayoritaria sería la negativa. El poco conocimiento que existe en torno a esta patología es, precisamente, una de las principales preocupaciones de los expertos, quienes defienden por ello una mayor educación sanitaria en torno a esta erupción cutánea.

 

En concreto, el herpes zóster (HZ) es una erupción cutánea que surge a raíz de la reactivación del virus de la varicela. Todas las personas que hayan pasado la enfermedad tienen el virus acantonado -coloquialmente, adormilado- y, a medida que avanza la edad, o el sistema inmunitario va envejeciendo, la probabilidad de reactivación aumenta provocando una erupción cutánea que en algunos casos podría llegar a ser muy dolorosa.

 

Síntomas del herpes zóster

 

Esta erupción también es conocida como “culebrilla” y una de las secuelas más frecuentes es la neuralgia posherpética: dolores neurológicos muy fuertes. Una posible manifestación del virus puede darse en la superficie facial, afectando a la zona periocular, en la piel y los párpados. También en la ocular, una reactivación menos común pero donde puede producir importantes daños visuales.

 

Pedro Arriola Villalobos, oftalmólogo del Hospital Clínico San Carlos (Madrid), indica en una entrevista con Muy Interesante que las afectaciones profundas del ojo son menos frecuentes que las producidas de forma superficial y que la mayoría de las personas no tienen porqué tener secuelas. Sin embargo, un porcentaje considerable de personas sí y es un problema que puede evitarse con la vacuna.

 

Arriola destaca varios estudios respecto a la eficacia de la vacuna. Por ejemplo, uno llevado a cabo en Australia, donde mediante la vacunación a mayores entre 70 y 80 años se han evitado cerca de 7.000 casos de HZ en tan solo dos años. Por otro lado, en Alemania, se ha publicado un estudio que muestra que la vacuna previno el 95,4 por ciento de casos en mayores de 70 años.

 

Las complicaciones existentes en torno a la afectación ocular pueden manifestar complicaciones que abarcan desde la piel del párpado (blefaritis) y/o la conjuntiva (conjuntivitis), que no suelen producir secuelas, hasta la afectación de la córnea (queratitis) que sí puede producirlas. ¿El motivo? Si el HZ afecta a capas de la córnea más profundas que el epitelio puede producir una cicatriz a la que se denomina leucoma, que puede restar visión o producir astigmatismo irregular. Por otro lado, la inflamación intraocular (uveítis) puede producir secuelas como cataratas o glaucoma y la inflamación de la retina (retinitis) puede dejar secuelas visuales importantes.

 

Dependiendo del cuadro clínico del paciente, el tratamiento pasa por antivirales orales, tratamientos tópicos y pomadas. En ocasiones es necesario administrar corticoides tópicos por su efecto antiinflamatorio y en caso grave de retinitis y neuritis (inflamación de los nervios) hay que ingresar al paciente para poner un tratamiento antiviral intravenoso. Asimismo, en otras ocasiones, es necesario inyectar el tratamiento en la cámara vítrea, que es la zona  situada entre el cristalino y la retina.

 

Según indica el especialista, las reactivaciones del HZ muchas veces no implican una reactivación viral, pero sí pueden provocar una inflamación que puede tender a la cronicidad, motivo por el que Arriola apuesta por la inclusión de la vacuna contra esta patología en los calendarios vacunales de las comunidades autónomas.