Un experimento con 64 voluntarios muestra que quizá sí que nos guste un poco de sangre en la cena...

 

Un investigador y un grupo de estudiantes de la Facultad de Ciencias Psicológicas de la Universidad de Melbourne (Australia) querían averiguar cuán sedientos de sangre estamos los humanos realmente.

 

Si bien los resultados del experimento no son más que sugerentes, sobre todo porque el tamaño de la muestra es simbólica, en general los resultados revelaron que las imágenes de alimentos cocinados eran más apetitosas después de haber olido el aroma de la sangre, en comparación con aquellas personas a las que solo se les había dado un vaso de agua como aperitivo.

 

Y aunque la asociación fue más fuerte para los platos de carne, incluso los vegetales eran más apetitosos cuando el olor a sangre estaba en el aire.

 

"El efecto apetitoso de la sangre es realmente intrigante y definitivamente vale la pena estudiarlo", dice Will Turner, quien dirigió el equipo de investigación de once estudiantes.

 

"Fue principalmente un ejercicio de entrenamiento para nosotros y una oportunidad de involucrar a las personas acerca de cómo se hace la ciencia. Realmente no esperaba obtener ningún resultado en concreto, para ser honesto, dados los pequeños números que barajamos, pero si bien los resultados solo pueden revelar tendencias interesantes, insinúan que algo sucede y que podemos encontrar una mejor evidencia si podemos hacer un estudio más exhaustivo", continúa Turner.

 

El experimento fue idea del investigador de psicología de decisiones Stefan Bode, y el dúo artístico Sarah & Ollie (Ollie Cotsaftis y Sarah McArthur). Se empleó el software de reconocimiento facial de Microsoft para traducir las diferentes respuestas de las personas al oler un aroma de sangre en colores que coinciden con diferentes reacciones emocionales: negativas, positivas, tristes, de disgusto o de miedo.

"No hay mucha investigación sobre cómo la sangre puede influir en el comportamiento, y un enfoque importante del trabajo en el Decision Neuroscience Lab es investigar las influencias inconscientes en nuestras elecciones, especialmente nuestras elecciones de alimentos, por lo que tenía sentido observar si el olor a sangre afectaba nuestras elecciones", aclara Bode.

 

"Las dos hipótesis opuestas que queríamos probar eran las siguientes: cualquier persona siente repulsión por el olor a sangre o las personas aprecian el olor a sangre como apetitoso".

 

Un estudio anterior realizado por investigadores de la Universidad de Konstanz (Alemania), publicado en 2015, exploró preguntas similares al hacer que 89 estudiantes evaluaran sus propias respuestas emocionales a varios olores diferentes expuestos en su piel, incluido un aroma artificial a sangre.

 

Sus resultados sugieren que tenemos una relación compleja, y tal vez equívoca, con la sangre. A las personas parecía gustarles o no, pero los investigadores especulan que las respuestas pueden estar influenciadas por la motivación de las personas.

 

Existe una variopinta mezcla de teorías sobre por qué la sangre puede ser atractiva o repelente. En su estudio, los expertos señalan, por ejemplo, que cualquier atracción a la sangre puede reflejar la importancia evolutiva de ser bueno para cazar y luchar, o quizá puede ser atractiva porque señala a las presas, es decir, la comida. También puede ser una señal de peligro obvio. De hecho, algunas personas tienen una reacción fóbica a la sangre que puede hacer que se desmayen.

 

Sin embargo, el estudio también señala que la investigación en ratas sugiere que los roedores no son repelidos por la sangre de rata, sino posiblemente por las hormonas del estrés en la sangre.

 

"Si la investigación de seguimiento demostrara que el olor a sangre efectivamente aumenta nuestro apetito, sugeriría que es una reacción que ha sido integrada en nosotros con el tiempo en lugar de por el aprendizaje. No es como el olor del café que cultivamos con el tiempo y el consumo. Sería más como un instinto básico", concluye Bode.

 

Referencia: James K. Moran et al. The Scent of Blood: A Driver of Human Behavior?, PLOS ONE (2015). DOI: 10.1371/journal.pone.0137777

 

Sara Nilsson et al. Behavioral Responses to Mammalian Blood Odor and a Blood Odor Component in Four Species of Large Carnivores, PLoS ONE (2014). DOI: 10.1371/journal.pone.0112694

 

Bowen J. Fung et al. High monetary reward rates and caloric rewards decrease temporal persistence, Proceedings of the Royal Society B: Biological Sciences (2017). DOI: 10.1098/rspb.2016.2759