La práctica meditativa del ‘mindfulness’, como se realiza en Estados Unidos, podría estar reforzando el ego individual de las personas.

 

Siéntate en una posición cómoda. Preferiblemente, con la columna erguida y los hombros relajados. Cierra los ojos. Observa tu respiración. Concéntrate. Si un pensamiento llega a tu mente, deja que se disuelva como una nube en un cielo soleado. Éstas son algunas de las instrucciones que se sugieren para iniciar una meditación profunda. Las personas que practican ‘mindfulness’ aspiran a dejar de juzgar el mundo a su alrededor. Un estudio reciente revela que podría estar teniendo el efecto contrario en los practicantes estadounidenses.

 

Alcanzar la atención plena

 

En un principio, el objetivo de la meditación ‘mindfulness’ es simple: encontrar la plenitud espiritual a partir del dominio de la mente. Desde hace miles de años, se rige bajo la máxima budista de que los apegos emocionales y físicos que tenemos al mundo nos hacen sufrir. Entre más nos involucramos con los estímulos en el entorno, según las tradiciones orientales inspiradas por Buddha, más nos alejamos de la fuente de energía universal.

 

Esto es así porque, siguiendo los orígenes de la práctica meditativa, nos introducimos y reintroducimos en la rueda del karma. Regida por la ley de acción-consecuencia, nos liga al mundo a nivel energético, e impide que alcancemos la iluminación. A diferencia de lo que se piensa en Occidente, no tienen que ser acciones o actitudes ‘malas’. Por el contrario, cualquier cosa que hagamos en el mundo tiene una repercusión kármica, que nos liga a éste en diferentes niveles.

 

Por tanto, la meditación dirigida a la atención plena confronta a las personas con el origen de sus apegos. En silencio, se pretende superar este plano de consciencia a partir de la observación del cuerpo y las reacciones que éste tiene al entorno. Desde India hasta Japón, variaciones de estos principios han impregnado al pensamiento oriental por milenios. Desde el siglo pasado han llegado a Occidente versiones que, en el mejor de los casos, vienen oxidadas por el sistema pensamiento judeocristiano. Mucho de este conocimiento ancestral, por tanto, se presente entender desde esta lente. Éste es el primer error.

 

Filtros occidentales

 

De la misma manera en la que el sushi que se compra en las cadenas de comida rápida tiene poco que ver con la cocina japonesa, muchas de las tradiciones espirituales orientales se llevan a cabo con un filtro occidental. Este modifica las formas originales y genera híbridos que, en el mejor de los casos, hacen interpretaciones erróneas de las prácticas ancestrales.

 

“Sacar algo de su contexto geográfico o cultural a menudo lo cambia”, escribe Michael J. Poulin, psicólogo de la Universidad de Buffalo, en un artículo para The Conversation. De acuerdo con un estudio que llevó a cabo para la misma institución, los estadounidenses que practican ‘mindfulness’ no sólo son más egoístas, sino que se alejan de los principios originales de estas prácticas meditativas.

 

Según el autor, el problema está en la comprensión que se tiene sobre los compromisos que implica la observación meditativa. Con la masificación del yoga como una rutina ‘woke’ para hacer ejercicio, las enseñanzas serias de esta disciplina espiritual se han perdido en Occidente. Filtrados por una necesidad de superioridad moral e intelectual, la meditación se mancilla con motivaciones diferentes a la de la iluminación.

 

Si no está en Instagram, no pasó

 

Si bien es cierto que las prácticas culturales cambian con el tiempo —porque el contexto, los grupos humanos y la cultura son volátiles—, es poco probable que tuitear ‘namaSTAY IN BED’ aporte algo a la liberación kármica de las personas. En lugar de respetar las formas espirituales que otras personas siguen culturalmente, toma tintes protagónicos que más bien afianzan los apegos emocionales al mundo.

 

En otras palabras, estas expresiones tienen el efecto contrario al que originalmente planeta el ‘mindfulness’. Prueba de esto es el mercado creciente de clases de yoga combinadas con pilates, métodos para bajar de peso o marcar partes específicas del cuerpo. Según Poulin, las prácticas de atención plena en Estados Unidos aportan 1,200 millones de dólares anualmente. El experto asegura que podrán alcanzar los 2 mil millones para 2022.

 

El autor duda sobre si los resultados son realmente positivos en Estados Unidos por el enfoque individualista con el que se enmarcan estas prácticas: en lugar de aspirar a una introspección real, se refuerzan con publicaciones en redes sociales con hashtags alusivos al ego individual. Las selfies en el espejo antes de la clase, por supuesto, no pueden faltar: si no está en Instagram, no pasó.