El abuso en el consumo de suplementos alimenticios con vitamina D está ya cobrando facturas altas en la salud de las personas.
Uno de los alicientes menos sonados de la pandemia por COVID-19 es el abuso en el consumo de medicamentos y suplementos alimenticios. En busca de algún tipo de protección contra el virus, la ingesta exagerada de sustancias exógenas a ritmos que el organismo no está acostumbrado puede ser peligrosa. Tal es el caso de la vitamina D.
¿Qué es la vitamina D?
El cuerpo requiere de sustancias para crecer y operar saludablemente. Algunas de éstas son las vitaminas, que promueven el funcionamiento correcto del organismo. La vitamina D, específicamente, ayuda a los seres humanos a absorber el calcio, uno de los elementos constitutivos de los huesos.
A niveles bajos de vitamina D, el sistema óseo se debilita y enferma. Algunas de las afecciones más comunes son la osteoporosis y el raquitismo, en las que los huesos no son lo suficientemente fuertes para sostener los músculos y proteger los órganos internos.
Ésta no es su única función. De la misma manera, apoya al sistema nervioso, muscular e inmune. En tiempos de COVID-19, tener un sistema inmunitario sólido es un valor agregado. Por esta razón, un número alarmante de personas empezaron a tomar suplementos ricos en esta sustancia. Las consecuencias ya están aflorando.
La relación entre la vitamina D y COVID-19
Diversos estudios demostraron que un creciente número de pacientes positivos de COVID-19 resultó tener un déficit importante de vitamina D en el cuerpo. Por esta razón, se desató una tendencia por consumir altos niveles de suplementos alimenticios en aras de protegerse contra el virus.
El uso abusivo de estas sustancias propulsó un mercado de cerca de 1,100 millones dólares en el mundo, según las cifras del diario español El País. Las repercusiones a nivel de la salud de los consumidores son graves, ya que muchas veces se compraron los suplementos sin consultar a un especialista antes.
¿Cuáles son los efectos en la salud?
La hipercalcemia en niños y pacientes adultos se vuelve cada vez más común entre las personas que tomaron más vitamina D de la recomendada. Habría que entender que cada cuerpo funciona de manera diferente, y que existen protocolos de sanidad que no implican el consumo de sustancias exógenas para mantener la salud en las personas.
En un afán de informar a la población, los Institutos Nacionales de Salud de EEUU (NIH, por sus siglas en inglés) confirman la gravedad de estos excesos:
“El consumo excesivo de vitamina D puede ser nocivo. Las concentraciones demasiado elevadas en la sangre (superiores a 150 ng/mL) pueden causar náuseas, vómitos, debilidad muscular, confusión, dolor, pérdida del apetito, deshidratación, micción y sed excesivas, cálculos renales, insuficiencia renal, arritmia y hasta la muerte”.
Diversas instituciones de salud alrededor del mundo han alertado a la población aprósito del uso excesivo de suplementos alimenticios. Más aún si son automedicados. Parece ser que se ha hecho caso omiso a las advertencias.