En marzo y abril de 2020, cuando comenzó la cuarentena, se produjeron muchos menos embarazos de lo esperado. La tendencia muestra cifras alarmantes.

 

Aprender un idioma, devorar libros o dedicarle más tiempo a ese hobby olvidado: hace un año, conforme el virus se expandía por todo el mundo y el aislamiento social se hacía norma, el optimismo imperaba como la mejor forma de enfrentar la cuarentena.

 

Las ideas para aprovechar al máximo el encierro obligado se replicaban en medios y redes sociales; sin embargo, la incertidumbre, el dolor y el enorme costo social que ha traído consigo la pandemia de COVID-19 resultan innegables.

 

Y por si aún existía alguna duda de los efectos secundarios del virus en la salud mental y el bienestar de la población, los análisis demográficos más recientes arrojan un dato más: a un año del inicio del confinamiento, la tasa de natalidad se desploma a nivel mundial.

 

El ejemplo más representativo es el caso de España, donde los nacimientos en diciembre 2020 y enero 2021 (gestados entre abril y marzo, los primeros meses de confinamiento) registran un descenso del 22.6 % respecto al mismo periodo del año anterior, el mínimo histórico desde 1941, cuando comenzó el registro demográfico en el país.

 

Un déficit de nacimientos histórico: una tendencia global

 

Las primeras cifras de otras latitudes confirman la tendencia: en el caso de los Estados Unidos, epicentro de la pandemia con 29 millones de casos confirmados y 530 mil decesos, cifras preliminares de 29 estados a las que tuvo acceso CBS muestran una disminución promedio de 7.3 % en los nacimientos de diciembre 2020 respecto al año anterior.

 

En el caso de California –el estado más poblado del país–, la natalidad se redujo en 10.2 % y en Hawái, la caída de nacimientos alcanzó una disminución récord de 30.4 %.

 

La situación es similar en Francia e Italia, donde las tasas de natalidad esperadas para diciembre 2020 y enero 2021 cayeron entre 10 y 21 %.

 

El descenso en los nacimientos fue pronosticado desde el inicio de la pandemia por expertos en demografía, respaldados en el análisis histórico de los factores que influyen en explosiones de natalidad o caídas demográficas abruptas. Debido a que la evidencia al momento se limita a los primeros dos meses de cuarentena, se espera que la tasa experimente una caída más grave antes de comenzar una lenta recuperación.

 

De ahí que, contrario a lo que un grupo minoritario pronosticaba, el encierro derivado de una crisis sanitaria global no es precisamente el mejor aliciente para estimular el deseo sexual o planificar de cara al futuro. Por lo tanto, no habrá ningún baby boom en 2021.