¿Vacunar primero a los trabajadores con más contagios o a los adultos mayores? Si se trata de evitar más muertes, esta es la mejor opción.

 

El desarrollo de vacunas efectivas y seguras contra Covid-19 en menos de un año es una proeza científica sin comparación en la historia de la humanidad; sin embargo, su distribución y aplicación implican un reto mayúsculo, cuando se trata de vacunar a millones en el menor tiempo posible.

 

Desde diciembre, los países con mejores posibilidades de adquirir vacunas han puesto en marcha planes ambiciosos de vacunación, que contemplan inmunizar a la población en tiempo récord para frenar de una vez por todas la pandemia. En el caso de México, el plan contempla 7 grupos de población a vacunar según su prioridad:

 

 Trabajadores de la salud

 Personas de 80 años y más

 Personas de 70 a 79 años

 Personas de 60 a 69 años

 Personas de 50 a 59 años

 Personas de 40 a 49 años

Población menor de 40 años

 

¿A quién vacunar primero? Un dilema ético

 

Aunque la mayoría de países coinciden con un esquema similar que prioriza a los trabajadores de la salud seguidos de los grupos de edad en orden descendente, otra vertiente considera que la prioridad debería atender en primer lugar al grupo con mayor movilidad y que carga con el grueso de los nuevos contagios.

 

Desde esta óptica, el grupo de vacunación prioritaria debería ser el de la población económicamente activa, especialmente las personas de 40 a 59 años que continúan trabajando –algunos en actividades esenciales que requieren su presencia– y por lo tanto, resultan más propensos a contraer el virus.

 

Aunque la respuesta parece sencilla, se trata de una decisión particular que requiere de un marco ético alineado con los objetivos de la salud pública cuando se enfrenta una pandemia.

 

Según el documento rector de la Política Nacional de Vacunación, el objetivo en México es inmunizar como mínimo al 70 % de la población para alcanzar la inmunidad de rebaño, una cifra que incluye vacunar al 100 % del personal de salud que trabaja en primera línea de atención a personas con Covid-19 y al 95 % de la población mayor a 16 años.

 

Y aunque para algunos dar prioridad a los adultos mayores parece ilógico, la estrategia es adecuada si el objetivo inmediato es reducir la mortalidad a causa de Covid-19.

 

¿Frenar los contagios o las muertes?

 

Una investigación publicada en Science en enero de 2021, realizó modelos matemáticos de los distintos esquemas de priorización de vacunas en busca de la fórmula más efectiva para disminuir los fallecimientos.

 

El estudio comparó las dos vertientes más populares: un esquema de vacunación enfocado en atender a la población con mayor tasa de mortalidad y otro para inocular a los grupos de edad con la mayor carga de contagios.

 

Después de analizar variables como la tasa de mortalidad y los años de vida perdidos en cada caso, la investigación concluyó que “para lograr una reducción de la mortalidad, la priorización de los adultos mayores es una estrategia sólida que será óptima o casi óptima”, alentando a que “todos los países se debe priorizar a las personas de 60 años o más para minimizar las muertes”.

 

Esta opinión coincide con la del Grupo Técnico Asesor de Vacunación Covid-19, que emite recomendaciones a la Secretaría de Salud al respecto.

 

En el documento preliminar sobre la priorización de vacunación en México, el Grupo Técnico se basa en dos variables para establecer los 7 grupos de prioridad según el Plan Nacional de Vacunación: el riesgo relativo de positividad (la probabilidad de recibir un resultado positivo tras una prueba PCR) y sobre todo, la razón de la letalidad (qué grupo etario tiene mayor probabilidad de morir en caso de estar contagiado).

 

 En el caso del riesgo relativo de positividad, las estadísticas de Sisver (Sistema Nacional de Vigilancia Epidemiológica) de abril a agosto 2020 arrojan que “comparadas con las personas de 20 a 29 años, las personas de 60 años o más tuvieron 24% mayor probabilidad de tener un resultado positivo, 18% para las de 50 a 59 años, 12% para 40 a 49 y 7% para las de 30 a 39”.

 

Cuando se trata de la razón de letalidad que funciona como primer criterio de priorización, los resultados son similares:

 

“Si asumimos que el criterio que priva para definir la priorización de las vacunas es reducir la probabilidad de  muerte,  la  información  previa  indica  que  la  edad es  la variable  más  importante,  particularmente  de  los  grupos de 60 años o más. Sin embargo, los grupos de 50 y 59, e incluso de 40 a 49, experimentan una letalidad mucho mayor que las personas de 20 a 29 años, por lo que deberían considerarse prioritarios en un segundo momento”.

 

De ahí que las políticas de vacunación en México y el mundo prioricen a los adultos mayores y personas en edad avanzada, debido a que su riesgo tanto de resultar positivos, como morir es más alto, que a los grupos etarios más jóvenes, a pesar de que estos últimos se encuentren más expuestos al virus.