A LOS 5 AÑOS, LOUIS BRAILLE PERDIÓ LA VISTA. PARA CUANDO CUMPLIÓ 15, YA HABÍA INVENTADO UN SISTEMA DE LECTURA PARA LAS PERSONAS INVIDENTES.

 

Un niño de tres años juega en el estudio de su padre. Como curtidor de tradición, su espacio de trabajo estaba colmado de instrumentos que sólo una persona dedicada al oficio realmente sabe manipular. En repetidas ocasiones, le había advertido a su hijo que no tomara las herramientas si no había un adulto cerca. Louis Braille no hizo caso.

 

A esa edad tan temprana, las advertencias de los padres vienen y van. Pocas se toman con seriedad. Un día, mientras el señor Braille trabajaba un pedazo de cuero, Louis tomó una de las herramientas más puntiagudas que encontró en el estudio. Su padre, ocupado armando un arnés, no se enteró de que su hijo estaba jugando a «ser como papá» hasta que escuchó un grito.

 

El niño se había perforado un ojo con un punzón de fierro. Era 1812: las opciones para atenderlo eran si no escasas, nulas. Se pudo hacer muy poco por él. Pronto, perdió la funcionalidad de ese ojo, que se le infectó gravemente. Poco tiempo después, la infección se le pasó al otro. Dos años después, Louis Braille estaba completamente ciego.

 

EDUCACIÓN SIN LEER NI ESCRIBIR

 

En el siglo XIX, estudiar era un privilegio de burgueses en Europa. Sin embargo, ni siquiera el estatus socioeconómico garantizaba equidad de oportunidades para aquellos que quisieran entrar al sistema educativo en Francia. A pesar de la condición de su hijo, la familia Braille se empeñó en que pudiera tener una educación mínimamente adecuada.

 

Por esta razón, el niño empezó a estudiar a los siete años en una escuela pública en Coupvray. La ceguera no le impidió entrar a la escuela, pero sí aprender a leer y a escribir. A pesar de eso, destacó entre los demás alumnos por sus capacidades para memorizar los temas vistos en clase, y por desempeñarse con relativa normalidad.

 

Percatándose de esto, una de sus profesoras lo recomendó con el Real Instituto para la Juventud Ciega (RIJC) de París. Viniendo de provincia, sin muchos recursos económicos, con un impedimento visual completo, ganarse una beca para estudiar ahí no era poca cosa. Parecía difícil de creer. Pero así fue.

 

UNA OPORTUNIDAD QUE NO PODÍA RECHAZAR

Al cumplir 10 años, Louis Braille ya vivía en París sin sus padres. Sin embargo, era una oportunidad que no podía desaprovechar. Al ingresar al instituto, se dio cuenta de que a pesar de ser una escuela especializada para niños invidentes, el sistema estaba muy poco desarrollado.

 

Valentin Haüy, el fundador de la institución, había pensado que imprimir libros con las letras en relieve sería una buena alternativa para quienes habían perdido la vista. Esto implicaba un esfuerzo importante para los estudiantes, que tendrían que recorrer con el tacto cada letra para formar las palabras. Con tiempo, también frases. Sin embargo, el proceso era largo y cansado.

 

UNA NUEVA ALTERNATIVA

 braille

En 1821, un capitán del ejército francés visitó el Real Instituto para la Juventud Ciega. Compartió con Haüy un sistema que utilizaban los soldados en el campo de batalla para leer durante las noches, para evitar que el enemigo los divisara si prendían lámparas para ver el texto.

 

Esta nueva técnica estaba constituida de puntos y líneas en relieve, que hacían las veces de letras. Se intentó implementar, pero dio pocos resultados. Esta nueva alternativa no incluía mayúsculas, ni signos de puntuación. Además, las palabras se escribían como se escuchaban. En francés, la ortografía es muy distinta a la fonética. Así que no servía para nada.

 

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Este sistema llamó la atención de Louis Braille, incluso cuando la institución lo desestimó. Tomó el código y lo perfeccionó, con largas horas de trabajo. Para cuando tenía 15 años, ya tenía un sistema funcional que podría servir a las personas invidentes de Francia. Fue tan efectivo que, para 1829, fue publicado de manera oficial por el gobierno francés.

 

UN NUEVO SISTEMA DE ESCRITURA

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Habría que entender que el braille, nombrado en honor a su creador, no es un lenguaje. Por el contrario, se trata de un sistema de escritura adaptable a otros idiomas y códigos lingüísticos. Originalmente, se leía de izquierda a derecha, como las lenguas romances.

 

Tras la publicación del código en el siglo XIX, el sistema fue aceptado por varios países. La educación en todo el mundo, sin embargo, tardó largos años en adoptar este sistema para ampliar la brecha educativa para aquellos que no pueden ver. Hoy en día, el braille es un sistema ampliamente aceptado en todo el mundo.

 

A manera de darle el honor que se merecía, en la década de los 50, las autoridades de Francia decidieron exhumar los restos de su creador y colocarlos en el Panteón en París. Ahí, descansan eternamente algunos de los líderes intelectuales más celebrados de Francia. Sus manos, sin embargo, están en una iglesia de su pueblo natal, donde se le rinden una especie de culto por ser las que, en un principio, sintieron las letras en relieve.