Estaríamos viajando a través de una nube de desechos radiactivos dejados durante los últimos 33.000 años de historia.

 

Como si de una especie de “rocío cósmico” se tratara, un equipo de científicos ha descubierto polvo radiactivo en las profundidades del fondo marino que sugiere que nuestro planeta se mueve a través de una nube radiactiva gigante como consecuencia de explosiones estelares; lo que conocemos como supernovas. Así, de forma continua durante los últimos 33.000 años, el espacio ha ido dejando una huella de un raro isótopo de hierro forjado en antiguas supernovas: hierro-60.

 

Los elementos radiactivos sintetizados en estrellas masivas se expulsan al espacio a través de vientos estelares y explosiones de supernovas. Nuestro sistema solar se mueve a través del medio interestelar y recolecta estos productos extrasolares. Precisamente una de esas sustancias es el hierro-60 que no se produce naturalmente en la Tierra.

 

Si bien el isótopo es radiactivo y tarda 15 millones de años en descomponerse, no es peligroso para los humanos, según los expertos de la Australian National University, ya que es un polvo muy ligero.

 

El equipo examinó sedimentos que se sabe que datan de hace 33.000 años utilizando un espectrómetro de masas sensible y encontró rastros del isótopo hierro-60 que se forma cuando las estrellas mueren.

 

Los investigadores autralianos encontraron rastros de hierro-60 hace unos 2,6 millones de años, y posiblemente otro hace unos 6 millones de años, lo que sugiere que nuestro planeta había viajado a través de nubes de lluvia procedente de supernovas cercanas. También encontraron el extraño isótopo en muestras de suelo lunar devueltas a la Tierra por las misiones Apolo 12, 15 y 16, y en pruebas de nieve de la Antártida.

 

“Durante los últimos miles de años, el sistema solar se ha estado moviendo a través de una nube más densa de gas y polvo, conocida como la Nube Interestelar Local, cuyos orígenes no están claros. Si esta nube se hubiera originado durante los últimos millones de años a partir de una supernova, contendría hierro-60, por lo que decidimos buscar sedimentos más recientes para averiguarlo”, aclaran los autores en su estudio publicado en la revista PNAS.

 

Tras indagar en varios sedimentos de aguas profundas de dos lugares diferentes que datan de hace 33.000 años utilizando un espectrómetro de masas extremadamente sensible, encontraron rastros claros de hierro-60; y su distribución coincidió con el viaje reciente de la Tierra a través de la Nube Interestelar Local.

 

Sin embargo, el isótopo radiactivo se extendió mucho más atrás durante todo el período de medición de 33.000 años.

 

"La falta de correlación con el tiempo del sistema solar en la Nube Interestelar Local actual parece plantear más preguntas de las que responde. Primero, si la nube no fue formada por una supernova, ¿de dónde vino? Y en segundo lugar, ¿por qué hay hierro-60 tan uniformemente distribuido por el espacio?", se preguntan los científicos.

 

Quizá es que “el hierro-60 podría originarse a partir de explosiones de supernovas aún más antiguas, y lo que medimos es algún tipo de eco".

 

Habrá que esperar a más estudios para aclararlo.

 

Referencia: A. Wallner et al. 60Fe deposition during the late Pleistocene and the Holocene echoes past supernova activity. PNAS, published online August 24, 2020; doi: 10.1073/pnas.1916769117