Esta afirmación seguro que resulta sorprendente para algunos, pero es lo que se deduce de un estudio que se publicó en la revista 'Journal of Economic Behavior & Organization' (2015).

 

Desde luego es una afirmación curiosa que podría ser motivo de muchas discusiones entre amigos y parejas. Los autores del estudio pertenecen a la Carnegie Mellon University en Estados Unidos, y su objetivo ha sido el analizar de forma específica si aumentar la frecuencia de las relaciones sexuales puede causar directamente un aumento de la felicidad en quienes lo practican.

 

Para estudiar esta cuestión reclutaron a parejas y las asignaron aleatoriamente a un grupo experimental, que recibiría una intervención orientada a duplicar el número de encuentros sexuales, o a un grupo control que no recibiría ningún tipo de intervención sexual. Antes de empezar el experimento, todos los participantes completaron cuestionarios de personalidad, ansiedad, depresión, autoeficacia, salud física y mental y deseo sexual.

 

El estudio requería enviar un cuestionario online a diario durante tres meses. Ese informe diario incluía cuestiones sobre comportamientos relacionados con la salud, preguntas sobre afecto negativo y positivo, y también preguntas sobre si habían tenido sexo la noche anterior, su tipo, si había sido satisfactorio, si consiguieron alcanzar el orgasmo y también cuestiones sobre la calidad de su relación de pareja.

 

Los resultados del experimento mostraron que aumentar la frecuencia con la que se practica el sexo no siempre va seguido de un aumento de la felicidad de los practicantes. Al contrario de lo esperado, el aumento del número de encuentros sexuales tuvo como consecuencia una disminución del deseo y el disfrute del sexo así como sobre el ánimo de los participantes del grupo experimental (o de tratamiento).

 

Los autores hacen una reflexión sobre estos resultados y plantean que quizá lo que sucede es que una mayor frecuencia sexual puede llevar a que las personas no lo deseen con tanta intensidad y no lo disfruten igual, y estas circunstancias podrían explicar por qué más sexo no significa más felicidad necesariamente.

Otros estudios sobre sexo y felicidad

 

En su libro La ciencia del sexo, el divulgador Pere Estupinyá cita un trabajo publicado en 2010 por un psicólogo de Harvard y que describía los resultados recogidos por una app que preguntaba a sus usuarios, a intervalos aleatorios de tiempo, por la actividad que estaban realizando en esos momentos. Además, los participantes en el estudio debían calificar el bienestar que les producía dicha actividad en una escala de 0 (mínimo) a 100 (máximo).

 

Algunas de las actividades más satisfactorias eran leer, ver la tele, cuidar a los hijos o escuchar las noticias (65 puntos de media) y comprar (68), que se situaban en el décimo lugar de la clasificación. En el séptimo puesto, por ejemplo, se encontraba pasear, rezar y meditar. Escuchar música en el quinto, conversar en el tercero y hacer ejercicio ocupaba el segundo lugar en la clasificación. Pero, sin duda, el primer lugar de la lista lo ocupaba encontrarse en medio de una relación sexual, con 92 puntos de media. “La conclusión fue obvia: el sexo es la actividad que nos hace sentir más felices, al menos de forma temporal”, indica el divulgador.

 

Marisa Fernández es Neuropsicóloga Senior en Unobrain