Es también una ventana al conocimiento de las civilizaciones de las que provenimos, señala Marcelo Ebrard. Presenta con Alejandra Frausto nueva edición facsímil.

 

La edición facsímil del Códice de la Cruz-Badiano: el más antiguo herbolario del continente americano fue presentado por el canciller Marcelo Ebrard y la secretaria de Cultura federal, Alejandra Frausto, en el marco de la Jornada de Diplomacia Cultual Natur-Kultur, Cultura y Naturaleza.

 

Durante la presentación virtual de la edición impresa y digital de la nueva edición, el canciller aseguró que el códice “es una ventana al conocimiento de las civilizaciones de las que provenimos” y una “sistematización científica y clínica”. En su participación, Frausto destacó que la medicina indígena conocía muy bien sobre las plantas y la naturaleza, las cuales “tienen mucho que ver con nuestra idea y concepción de cultura desde una manera más amplia y no excluyente de sólo ciertas manifestaciones artísticas, sino de una visión más compleja”.

 

“El Códice de la Cruz-Badiano es fuente de primera mano para conocer el funcionamiento de aquello que podríamos llamar ‘medicina prehispánica’, disciplina colmada de simbolismo y sobre todo de religiosidad. Sus autores, testigos y actores de dos épocas, la prehispánica y la novohispana, se convirtieron en el crisol perfecto donde se fusionó la idiosincrasia médica nahua con la occidental, especialmente la derivada a partir de autores grecolatinos como Dioscórides y Plinio.”, apunta el etnohistoriador Baltazar Brito Guarrama en el estudio introductorio.

 

El también llamado Libellus de Medicinalibus Indorum Herbis fue elaborado a mediados del siglo XVI en el Colegio de la Santa Cruz y dedicado al emperador Carlos V. En él, a través de 13 capítulos, se asientan los nombres 224 plantas curativas que tratan los males que pueden aquejar al cuerpo humano desde la cabeza hasta los pies.

 

“Encontramos distintos remedios que mezclan en su composición plantas, minerales y partes animales para aliviar enfermedades como: alopecia, piojos, glaucoma, dolor de dientes, anginas, tos, mal aliento, sarna, debilidad, parasitosis, disentería, “curación de la región púbica”, “mal de asentaderas”, mal olor, tumores, etc”.

 

La elaboración de este herbario, originalmente encuadernado en terciopelo rojo y actualmente disponible en http://codicecruz-badiano.com/, resultó fugaz, explica. “En aproximadamente tres meses —de mayo a julio de 1552— De la Cruz, junto con el traductor Juan Badiano y los tlacuilos encargados de la realización de las pinturas que engalanan el códice, concluyeron satisfactoriamente el trabajo un 25 de julio, día de Santa María Magdalena”.

 

“Sobre los tlacuilos responsables lo único verdaderamente seguro es su total anonimato, pues, aunque se han aventurado incluso algunos nombres como el propio Martín de la Cruz, Marcos de Aquino, Juan de la Cruz y Crespillo, esta noticia carece de fundamento alguno”

 

Respecto los objetivos para la realización del códice y su posterior obsequio al emperador Carlos V, destaca que eran: alcanzar alcanzar el favor de su majestad para el Colegio y los indígenas residentes en él, tal y como el propio De la Cruz lo expresa al comienzo del códice; y el segundo, satisfacer los intereses personales de la familia del virrey Mendoza, quien tiene una dedicatoria especial en las primeras fojas.

 

No obstante a que el director de la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia puntualiza que se tienen pruebas de que gracias a este obsequio en 1553 la Corona recompensó las habilidades del médico y los colegiales indígenas al ordenar, mediante cédula real, que se entregaran ochocientos pesos de oro anuales al Colegio hasta el año de 1558 para atender sus necesidades; añade que no cabe la menor duda de que el segundo objetivo fue el móvil que impulsó realmente la génesis del herbario mexicana.

 

“El códice se convertía así, junto con algunas muestras de cultivos también llevadas por Mendoza, en una especie de catálogo destinado a difundir por Europa las bondades terapéuticas de la botánica indígena, a fin de obtener un beneficio económico por su venta. Aunque es casi un hecho que Carlos V no conoció siquiera el manuscrito, el hijo del virrey novohispano logró su cometido y en una entrevista con Felipe II entregó el códice para obtener a cambio ventajosas contrataciones, mediante las cuales obtuvo pingües ganancias e, incluso, arrebatar a la familia Fúcar el monopolio del comercio de plantas medicinales utilizadas en ese momento contra la síflis”.